Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de mayo de 2025
Toda la nacion junta le rogó que se quedase, y los Turcos, y Turcoples hicieron lo mismo, solicitando siempre á Rocafort que le detuviese; pero como estaba ya resuelto de partirse, y habló con alguna libertad á favor d Berenguer de Entenza, y Fernan Jimenez, no quiso ponerse en peligro, ni dar ocasion á Rocafort que con pequeña ocasion le diese muerte como á los demás.
Fernan Jiménez levantó un trabuco, y con él batió algunos dias lo que parecia mas flaco, pero tiraba piedras de tan poco peso, que no hacia daño en sus murallas fuertes, y muy levantadas. Arrimabanse escalas algunas veces, y todo fué sin fruto.
No negaré, en cambio, que doña Blanca había pecado, y que la ferocidad de su penitencia era peor que el pecado mismo; que Pepita Jiménez fué demasiado coqueta y más apasionada de lo razonable, y que una vez enamorada no sabía contenerse, y se disparaba como una pistola al pelo; que María, la inmortal amiga, se abandonó a su pasión como si no hubiese tenido libre albedrío, como si hubiese sido impulsada por una fuerza irresistible; que Constancita era interesada, calculadora y caprichosa, y que Rosita no reconocía más ley divina o humana que la de su antojo; pero en todas estas mujeres nadie sostendrá lo contrario se advierten, en medio de sus mayores extravíos, tal anhelo de infinito amor, tan dulce ternura y tan fervoroso ahinco de hacer el papel de salvadoras y redentoras, de proporcionar la bienaventuranza o un asomo de bienaventuranza para el hombre querido, aun a costa de la propia condenación, que las perdonamos sin esfuerzo y nos parecen simpáticas.
Decía esto con un tono amargo, con la misma expresión con que anonadaba a los gobiernos en el Senado por su falta de protección a los trigos; y Maltrana acabó por indignarse también contra los maldicientes que suponían al marqués de Jiménez incapaz de escribir un volumen. Isidro salió de allí sin recibir dinero ni un nuevo encargo.
Angulo, regidor de Toledo y su alcalde de Sacas; D. Guillén de Castro, capitán del Grao de Valencia; D. Diego Jiménez de Enciso, caballero de Sevilla; Hipólito de Vergara; el maestro Ramón, sacerdote; el licenciado Justiniano; D. Gonzalo de Monroy, regidor de Salamanca; el Dr.
Nadie ignora aquí que mi padre la pretende. Mi padre, a pesar de sus cincuenta y cinco años, está tan bien que puede poner envidia a los más gallardos mozos del lugar. Tiene además el atractivo poderoso, irresistible para algunas mujeres, de sus pasadas conquistas, de su celebridad, de haber sido una especie de D. Juan Tenorio. No conozco aún a Pepita Jiménez. Todos dicen que es muy linda.
Don Gil de Albornoz, el famoso cardenal, marcha a Italia, huyendo de don Pedro el Cruel, y, como experto capitán, reconquista todo el territorio de los papas refugiados en Aviñón; don Gutierre III va con don Juan II a batallar con los moros; don Alfonso de Acuña pelea en las revueltas civiles durante el reinado de Enrique IV; y como digno final de esta serie de prelados políticos y conquistadores, ricos y poderosos como verdaderos príncipes, surgen el cardenal Mendoza, que guerrea en la batalla de Toro y en la conquista de Granada, gobernando después el reino, y Jiménez de Cisneros, que, no encontrando en, la Península moros a quienes combatir, pasa el mar y va a Orán, tremolando la cruz, convertida en arma de guerra.
Llego el Infante á la isla casi al mismo tiempo que Montaner con toda la armada, y despues de haberle referido la maldad de Rocafort, y perdida de tan buenos caballeros como eran Berenguer de Entenza, y Fernan Jimenez de Arenós, le mandó de parte del Rey, y suya que no se partiese de su compañía. Obedeció Montaner con mucho gusto, porque estaba rico y temia á Rocafort aunque era su amigo.
Siéntese usted, joven. Está usted en su casa: ya sabe que le considero como de la familia. Y el senador don Gaspar Jiménez acariciaba a Maltrana con aquellas palmaditas protectoras que enorgullecían al joven. Estaba en el despacho del personaje, habitación amueblada con la severidad que correspondía a un hombre de su importancia y su seso. Las sillas eran de cuero, las paredes obscuras.
Berenguer de Rocafort con los turcos y turcoples, y la mayor parte de los Almugavares saliese un dia antes qué Berenguer, y Fernan Jimenez, y que siempre se guardase este orden en el camino siguiendo siempre Berenguer á Rocafort una jornada lejos, y esto se hizo por quitar las ocasiones que pudiera haber de disgusto, si los dos bandos juntos se alojáran, donde forzosamente sobre el tomar los puestos vinieran á las manos.
Palabra del Dia
Otros Mirando