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En cambio, a Clementina le ayudaban los acreedores de su marido, sus amigas Pepa Frías, que no cesaba un momento de ir y venir visitando a los médicos, a los magistrados, a los periodistas, la condesa de Cotorraso, la marquesa de Alcudia, su cuñado Calderón, sus amigos el general Patiño y Jiménez Arbós, y más que todos ellos, como quien más obligación tenía, su amante Escosura.

Era García Gomez Palacin Aragones, valiente soldado, y honrado caballero, aunque desdichado, principal capitan, y valedor del vando de Berenguer de Entenza, y Fernan Jimenez de Arenós.

Veo que distraídamente voy cayendo en el mismo defecto que en el padre vicario censuro, y que no hablo a Vd. sino de Pepita Jiménez. Pero esto es natural. Aquí no se habla de otra cosa.

Su obra El verdadero socialismo estaba próxima a terminarse. Había trabajado con gran actividad, escribiendo durante el día en la Biblioteca Nacional, en el Ateneo, allí donde encontraba silencio y libros. La tarea avanzaba rápidamente, sin que se le olvidasen las recomendaciones del marqués de Jiménez, gran amigo de la erudición.

Entre los edificios notables pueden nombrarse el capitolio, el palacio presidencial, el museo y la catedral donde yacen los restos de Jiménez de Quesada. La segunda ciudad en importancia es Medellín, accesible desde Puerto Berrio, sobre el Magdalena. Medellín, a pesar de tener una historia antigua, es de apariencia moderna y de gran actividad comercial con una población ambiciosa y enérgica.

Apartado Montaner del campo, Berenguer de Entenza muerto, y Fernan Jimenez huido quedó solo Rocafort absoluto señor y dueño de todo, y así mudaba á su gusto y antojo las determinaciones de todo el consejo.

Así es que cuando no hablo yo de mis miras, de mi vocación, de mis estudios, lo cual embelesa en extremo al señor vicario y le trae suspenso de mis labios, cuando es él quien habla y yo quien escucho, la conversación, después de mil vueltas y rodeos, viene a parar siempre en hablar de Pepita Jiménez. Y al cabo, ¿de quién me ha de hablar el señor vicario?

Fué por allí que Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador del Nuevo Reino de Granada, penetró en 1536, dominando tan supremas dificultades é increibles peligros, que la historia, para ser justa, debe considerar esa expedición como la mas heróica, la mas extraordinaria que jamas conquistador alguno haya conducido y consumado.

Sea como sea, la escasez de sacerdotes instruidos y virtuosos excita más en el deseo de ser sacerdote. No quisiera yo que el amor propio me engañase; reconozco todos mis defectos; pero siento en una verdadera vocación y muchos de ellos podrán enmendarse con el auxilio divino. Hace tres días tuvimos el convite, del que hablé a Vd., en casa de Pepita Jiménez.

No faltaba más sino que yo voluntariamente incurriese en el enojo de Vd., prestándole dinero, que no me pagaría, como no ha pagado, sino con injurias, el que debe a Pepita Jiménez. Por lo mismo que el hecho era cierto, la ofensa fue mayor.