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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Se jactaba de ser un poco bárbaro y vestía un tanto majo, con la elegancia garbosa de los antiguos postillones. Llevaba chalecos de color, y en la cadena del reloj colgantes de plata.
Aquesto á mí Valero me digera, Tambien Garay del hecho se jactaba, Y en la Asumpcion á mí me lo contaba. Dejóle allí llorando su ventura, Y para que no pueda ir adelante La cosa asegurar así procura. Arrebata un agudo pujavante, Y jurando cumplió luego la jura. Despálmale la mula en un instante; La mula con dolor está gimiendo, Y Garay con los suyos vá riendo.
Pero Plutón se jactaba entre sus compañeros y amigotes de haberla tenido algunas horas en su poder y esta noticia llegó á oídos de Nolo. Quedó el mozo aturdido más que si le hubieran dado con un mazo en la frente. Por desgracia, aquello tenía visos de verosimilitud. La caída de Demetria no podía explicarse.
Esta conducta indignó a Miguel en alto grado, y lo que acabó de desprestigiar al cura fue que, en vez de avergonzarse de haber pegado a un hombre que no se defendía, aún se jactaba de ello el muy ruin. «¿Has visto, barájoles, has visto qué mocada tan gorda le asesté la primera? ¿Qué bien sonó, eh?... Pues aún fueron mejores las que le di por debajo, en las narices, aunque no sonaban tanto... ¡Barájoles, ya le tenía yo ganas a ese mastuerzo!... ¡que eche roncas ahora con sus dientes de caimán!»
A ser cierto lo que él imaginaba y afirmaba, el enigma se hubiera explicado y dejado de serlo. Aquel hombre audaz, fiado en sentencias e insinuaciones de antiguos sabios griegos, y singularmente de Aristóteles, había ido en busca de la India navegando hacia Occidente, y casi creía haberla hallado y se jactaba de ello.
Donde él estaba no había que molestarse en llevar la mano al bolsillo: todos los agasajos estaban pagados. Por esto la tienda no le producía beneficio alguno. Las ganancias del mes quedaban saldadas con sus esplendideces. Pero le servía para hacer figura entre sus amigos. Se jactaba de bravo, y lo era; de rico, y, dada su clase, tampoco le faltaba motivo.
Se refería a sus vicios y se jactaba de ellos con suave cinismo que a algunos hacía gracia y a otros repugnaba. De todos modos, era un compañero agradable y hombre con quien había seguridad de no tener choque alguno por palabra de más o de menos. En todas partes inspiraba alegría su presencia, la alegría serena, apacible que su rostro reflejaba constantemente.
Decía, pues, que en veinte leguas a la redonda, tomando a Villafría por centro del círculo o redondel, no había más honrado y virtuoso varón que su administrador: que el ahorro de cuatro mil duros al año que D. Acisclo se jactaba de haberle hecho era de la más rigurosa exactitud; y que por consiguiente todavía le salía deudor, en los veinte años que había administrado sus bienes, de algo más de 80.000 duros.
Y no era que el señor Rosendo estuviese mal con su oficio; nada de eso; artistas habría orgullosos de su destreza, pero tanto como él, ninguno. Por más que los años le iban venciendo, aún se jactaba de llenar en menos tiempo que nadie el tubo de hojalata.
Así es que cualquiera cordobesa, si no es manca y tiene mediano caletre, podrá jactarse en el día, como ha más de tres siglos se jactaba la Lozana, si es que la modestia lo permite, de que sobrepuja a Platina De voluptatibus y a Apicio Romano De re coquinaria.
Palabra del Dia
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