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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Fernando hizo un gesto de indiferencia. No le inquietaba el porvenir. La muerte llegaría para él lo mismo que llega para los demás, inesperadamente, sin consultar las ambiciones y las necesidades de su víctima. Si los hombres pensasen en la muerte a todas horas, pocos querrían trabajar, convencidos de antemano de la inutilidad de sus esfuerzos.

Aquella noticia importantísima que deseaba comunicar a Feli era, sencillamente, el nuevo trabajo que iba a acometer, el dinero que llegaba inesperadamente, enloqueciéndole de alegría, cual si le asegurase el bienestar por todo el resto de la existencia. me traes la buena suerte, Feli. Voy a ser rico; es decir, vamos a serlo los dos.

Otra vez les sorprendió lo extraño de aquella pobreza que había caído inesperadamente sobre ellos. Pero ¿era lógico que continuase la vida del mundo con la normalidad de siempre, después de estas anomalías particulares?...

Observemos sus posturas caprichosas y fantásticas; de qué modo tan pintoresco extienden las alas sobre el agua, levantando nubecillas de espuma, o sumergen la cabeza para atrapar un insecto, o la ocultan bajo el ala, o levantan el vuelo inesperadamente para dejarse caer a los pocos pasos llenos de pereza y molicie sobre su elástico lecho, como un sátrapa sobre su diván de pluma.

Habíamos llegado a la orilla de ese terrible abismo, donde en lo profundo rugía el agua en impetuosa corriente, y ya había yo cruzado el estrecho puente y pisado la orilla opuesta, cuando, inesperadamente, un par de brazos férreos me oprimieron en la obscuridad, y casi antes de que pudiera lanzar un grito, fui empujado con violencia hacia el borde del espantoso precipicio.

En esto se presentaron inesperadamente unos piratas españoles, mandados por un tal Bernardino Talavera, audaz facineroso. Montaban en un buque que habían robado a un mercader genovés y se ofrecían para vender víveres a los sitiados. Ojeda, convaleciente de su herida, se embarcó con ellos para solicitar auxilios del gobernador de Santo Domingo.

Como era un aventurero, calculó que podía contraer enlace conmigo, teniendo en cuenta que era la única heredera de esas grandes riquezas. Hacía un mes que nos conocíamos, cuando, inesperadamente, llegó Dawson de Italia, parando con nosotros en Mayvill, durante unos pocos días, y una tarde que andaba cazando pichones silvestres, nos vio paseando juntos por la orilla del bosque que rodea el parque.

Grave peligro de muerte amenaza un día á Meléndez en una batalla, del cual pudiera librarlo Rodrigo; pero lo abandona su cobarde é ingrato hijo, salvándole inesperadamente un mancebo moro; éste es Celín, nacido de los amores de Meléndez y de Fátima, que oye la voz de la naturaleza, y es arrastrado por ella hacia su padre con fuerza irresistible.

Valls había sacado su pipa, llenándola de tabaco inglés, y expelía olorosas bocanadas. Febrer, con la vista fija en el paisaje, abarcando en su retina deslumbrada el cielo, los montes, el campo y el mar, habló en voz baja, como si dialogase consigo mismo. La vida era hermosa. Lo afirmaba con la convicción del resucitado que vuelve inesperadamente al mundo.

Tres días antes había salido para Biarritz, manifestando á su secretario que tardaría unas dos semanas en regresar, y se presentaba inesperadamente, con una cara que daba miedo. ¿Qué negocio se le habría torcido al grande hombre, hasta el punto de hacerle perder su solemne gravedad?...

Palabra del Dia

hociquea

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