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Actualizado: 16 de junio de 2025


La señora Angustias amaba la existencia campestre, después de una vida transcurrida en la miseria de los tugurios urbanos. Carmen también gustaba de la vida del campo. Su carácter de mujer hacendosa la impulsaba a ver de cerca los trabajos del cortijo, gozando las dulzuras de la posesión al apreciar sus extensas propiedades.

La cañada era frondosa y amena, y tenía el atractivo de lo desconocido para nuestro joven, quien, al dar los primeros pasos en ella, de ningún modo se hubiera confesado que le impulsaba otro móvil que el puro amor a los paisajes. Si se lo hubiera confesado, seguro que hubiese dado la vuelta.

El generoso galán veía los más sublimes problemas morales en la frente de aquella infeliz mujer, y resolverlos en sentido del bien parecíale la más grande empresa de la voluntad humana. Porque su loco entusiasmo le impulsaba a la salvación social y moral de su ídolo, y a poner en esta obra grandiosa todas las energías que alborotaban su alma.

Su temperamento fogoso no le permitía gozar jamás con tranquilidad del presente, la impulsaba a buscar con afán un más allá, a precipitar los acontecimientos, aunque muchas veces, en lugar del placer apetecido, quedase envuelta en los escombros del alcázar que su fantasía había levantado. En esta ocasión, sin embargo, tenía mejores motivos que otras veces para desear salir de ella.

La más notable tendencia de su espíritu era la que la impulsaba con secreta pasión a amar la hermosura física, donde quiera que se encontrase.

Pero la voz de su otro hemisferio mental, aquella voz fanfarrona y loca que le impulsaba á embarcarse en los buques destinados al naufragio, á desafiar los peligros por el placer de poner á prueba su vigor, también le dió consejos. Era villano abandonar á una mujer. Sólo un miedoso podía hacerlo... ¡Tanto que parecía amarle esta alemana!...

Vaciló Montiño entre su codicia, que le impulsaba á ocultar su riqueza, y su temor á un terrible castigo de Dios, que creía ya empezado en las desgracias que una tras otra se le habían venido encima y seguían viniéndosele desde la noche anterior. Al fin triunfó el miedo. ; , señor dijo soy... muy rico. ¿Qué medios habéis empleado para adquirir esa riqueza?

Y en efecto, allí acudían todos los capitanes y pilotos que hacían escala en la villa. Su admiración a veces, rebasando un poco los límites de la gravedad británica, les impulsaba a aproximar demasiado las luengas barbas rubias al rostro de alguna bella. ¿Usted es bobo, cristiano? preguntaba ella poniéndole la mano en el pecho y rechazándole con fuerza.

Pero el pueblo era, sin darse cuenta de ello, el vengador del pasado, Aresti, que vivía en contacto con la masa, apreciaba la simplicidad de sus ideas, el instinto paladinesco que la impulsaba á ser la ejecutora de una revancha histórica.

Las ideas que de sus observaciones brotaban chocaron claramente con los preceptos que se le imponían; su buena fe le impulsaba a buscar, cada vez con más ahínco, una opinión, un juicio, que diera solución a sus dudas, algo fuerte en que apoyarse para vivir y creer al mismo tiempo; pero ningún filósofo, ni ningún escrito sagrado le podían dar lo que su propia conciencia se obstinaba en negarle.

Palabra del Dia

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