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Después que el enfermo hubo partido pareció que Clementina respiraba más libremente. Salió de su habitación, en la que se había encerrado, y bajó al jardín, pero permaneció turbada. Un pensamiento importuno atormentaba á su espíritu y á veces, Herminia, que no la perdía de vista, con la industriosa paciencia de las gatas y de las mujeres, la sorprendía hablando sola.

Tornó á brotar en su pecho la pura alegría que siempre le acompañaba, manifestándose al exterior de una manera infantil. Empezó á charlar por los codos y á caminar con más celeridad. De buena gana hubiese dado brincos. Cuando alguna rama ó vástago importuno interrumpía el camino, ya de muy lejos se daba á correr para separarlo y que la condesa pasase cómodamente.

Y al mismo tiempo miraba atrás, viendo con gozo que el transeúnte importuno había desaparecido. Ahora que se lanzaba; esperaría a pasar la plaza del Mercado, y así que entrase en la calle de Gracia, soltaría su declaración. Tónica vivía en esta calle, poco tiempo le quedaba para espontanearse, pero cuando se lleva una cosa bien pensada, basta con pocas palabras.

¡Se tragó la parrtida! pensó el tío Frasquito . Mañana sabe todo Parrrís que no tengo dientes. Y afligido con esta idea, entróse atropelladamente en su cuarto, encendió la luz y corrió a asegurar la puertecilla de comunicación por la parte de dentro, temeroso de que el importuno vecino acechase sus secretos.

Salud, primo; soldado valeroso en otro tiempo, hoy rico propietario de esta comarca. Largo tiempo hace que esta humilde morada no ha tenido el honor de cobijarte. D. Félix correspondió de buen grado á tan cariñoso saludo haciendo esfuerzos por sonreir. Estabas leyendo... Te he interrumpido, ¿verdad? Un deudo de tu valía no es importuno jamás.

No será sin que antes le demuestre yo, con una prueba sencillísima, todo lo importuno que ha sido su enojo, todo lo inconveniente que ha sido su conducta, ya que no se lo ha dado a entender la muy diferente y digna que han observado otros señores comerciantes que se hallan aquí presentes. Es que a esos señores no se les ha pedido nada.

Mientras don Juan, sin hacer caso del importuno, iba haciendo pilas de pesos en correcta formación hasta el punto de recordar al pobre dilettante de todas las artes las ruinas de un templo griego, Reyes pensaba: Esas columnas argentinas debía formarlas yo: ¡yo debía ser el administrador de los bienes de mi mujer!

Don Fermín estaba en cama. Su madre echada a los pies del lecho, como un perro, gruñía en cuanto olfateaba la presencia de algún importuno. El Magistral se quejaba de neuralgia; el ruido menor le sonaba a patadas en la cabeza. Doña Paula había prohibido los ruidos, todos los ruidos. Se andaba de puntillas y se procuraba volar.

Gran valor mostró el cristiano, Obligó vuestro valor: No han hecho hazaña mayor César ni Alejandro Mano. De la herida vuestra y mía Paciencia habré menester, Pues es forzoso volver Dentro del tercero día. Pero perdonadme vos Si con esto os importuno; Que si prometistes uno, Es fuerza que le deis dos.

Entrad, dijo con voz en que se traslucía el mal humor; pero apenas fijó los ojos en el importuno que así le interrumpía, desapareció la expresión ceñuda del semblante, reemplazándola bondadosa sonrisa. El que llegaba era un esbelto doncel, de facciones algo delgadas, rubios cabellos, buena presencia y muy joven á juzgar por la expresión aniñada del rostro.