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Nunca he dicho que su amabilidad me disgustase... ¡Si realmente no fuera un importuno, qué feliz sería! Veamos, deme usted alguna esperanza, autoríceme, por ejemplo, a decirle cosas tiernas, a seguirla a todas partes, a ocuparme de usted constantemente. ¡Ah, qué programa! Es asustador para , que no jugar ni con mis sentimientos, ni con mis palabras.

Y por qué en un solo punto Huerfana y viuda me dexas? O duro esquadron Romano! Cómo me tiene tu espada De dos muertos rodeada, Uno esposo y otro hermano! A qual volveré la cara En este trance importuno, Si en la vida cada uno Fue prenda del alma cara! Dulce esposo, hermano tierno, Yo os igualaré en quereros, Porque pienso presto veros En el cielo ó el infierno!

Ibitupuá, que estaba muy pujante, Espera á Don Gabriel con pecho fiero: No viene el Placentino muy triunfante Que le quita la fuerza el mal tempero: Las aguas tambien mira de delante, Y el importuno tiempo venidero, Y viendo como todo le adversaba, Batalla solamente presentaba.

En estos tres la gala y el aviso Cifró quanto de gusto en contienen, Como su ingenio y obras dan aviso. Con JUAN LOPEZ DEL VALLE otros dos vienen Juntos alli, y es PAMONES el uno, Con quien las musas ogeriza tienen. Porque pone sus pies por do ninguno Los puso, y con sus nuevas fantasias Mucho mas que agradable es importuno.

Arremolinose la gente; la tropa maniobró, y entre la revuelta muchedumbre, Palo con ojos distinguió a un individuo que iba en dirección a la Plaza Mayor. «¡Allá va, allá va! gritó señalando. ¿Quién? El bergante. , él es... ¡Mariano, Pecado...!». Pero Mariano que las vio y oyó los gritos de su tía, se hizo el tonto y apretó el paso como quien desea evitar un importuno encuentro.

MANRIQUE. Muy pronto fiel me verás, Leonor, mi gloria, cuando el cielo victoria a las armas del de Urgel. Retírate... viene alguno. LEONOR. ¡Es el Conde! MANRIQUE. Vete. LEONOR. ¡Cielos! MANRIQUE. Mal os curasteis mis celos... ¿Qué busca aquí este importuno? MANRIQUE y DON NU

Al instante se abría el muro más próximo, vomitando una camilla y dos bomberos, que hacían desaparecer el cuerpo importuno como por encantamiento. Los de la partida inmediata no llegaban á enterarse. En otras ocasiones era un suicidio. Lubimoff conocía una mesa llamada «del suicida», á causa de un inglés que había querido morir teatralmente, disparándose un pistoletazo al perder la última moneda.

La actriz, por este motivo, no interrumpe la mudanza de calzado, y sufre paciente al importuno. Mientras tanto, nuestro majadero no separa de ella los ojos. Después mira desde el escenario lo que sucede con el asiento dudoso que ansía. Lo ve libre, y pareciéndole que no vendrá su legítimo poseedor, lo ocupa corriendo. Pero apenas lo hace, llega el propietario y quiere defender su derecho.

Del perro los ladridos, de las aves el trino, del calao la voz ronca sólo se oyen allí; no hay hombre vanidoso ni importuno vecino que se imponga a mi mente, ni estorbe mi camino; sólo tengo las selvas y el mar cerca de . ¡El mar, el mar es todo!

Pero añadió más severamente, te ruego, Magdalena, que no acojas a Francisca como lo haces... Es astuta esa muchacha... Me contraría el verla mañana con el señor Baltet... ¿Por qué? pregunté sorprendida. Por nada respondió la abuela, haciendo un movimiento como para ahuyentar un pensamiento importuno. Hablemos de nuestro complot...