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Actualizado: 25 de septiembre de 2025
Se casó en París con un joven francés, soñador, algo artista y algo enfermo del pecho. Por esto mismo lo amó «la Generala». Con un hombre fuerte é impetuoso se hubiesen matado los dos á los pocos días. Ahora es viuda. No la creo muy rica; la guerra debe haber disminuído sus rentas, pero tiene para vivir con desahogo. Hasta me imagino que debe sufrir menos apuros que la de Delille.
Fué capitana de polo-water, atravesando como una náyade el profundo cristal de la piscina del gimnasio. En la clase de esgrima cansaba al profesor con su florete impetuoso y sus piernas de acero.
23 Quita de mí la multitud de tus cantares, que no escucharé las salmodias de tus instrumentos. 24 Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. 25 ¿Por ventura me ofrecisteis sacrificios y presente en el desierto en cuarenta años, casa de Israel? 26 Y ofrecisteis a Moloc vuestro rey, y a Quiún vuestros ídolos, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis.
Quizá diera esto ocasión a que el señor Tomás tardara más tiempo del ordinario en salir del cementerio. Al regresar de frente hacia la ciudad, principiaron a brillar ante él las luces, y un viento impetuoso, que la neblina hacía sensible, ya le impelía hacia adelante, ya como puesto en acecho le atacaba enfadosamente desde las desiertas calles de los suburbios.
Espera, arreglaremos esto un poco. Doña Manuela colocó ordenadamente las sillas, avivó la luz de la lámpara y aseguró la falleba del balcón, a través de cuyos vidrios y maderas venían, traídos por el viento impetuoso de la noche, los ruidos de la cercana Plaza Mayor.
Y su asombro, su sorpresa, no le permitieron lanzar otra exclamación. Luego se encolerizó. ¡Echala!... Que la agarren dos hombres y la pongan en el muelle, aunque sea á viva fuerza. Pero Tòni vacilaba, no atreviéndose á cumplir tales órdenes, y el impetuoso Ferragut se lanzó fuera del camarote para realizar por sí mismo lo que había mandado.
Hizo Miranda poco gasto de manjares, despreciando cuanto le servían, y pidiendo imperativo y en voz bastante alta una botella de Jerez y otra de Burdeos, de que escanció a Lucía, explicándole las cualidades especiales de cada vino. Lucía comió vorazmente, soltando la rienda a su apetito impetuoso de niño en día de asueto.
Luego miró á su amigo con una extrañeza dolorosa. ¿Solo?... ¿Cómo se atrevía á proponerle que abandonase á Elena?... Prefería morir, pues de este modo se libraba del sufrimiento de pensar á todas horas en la suerte de ella. Como Robledo estaba irritado, y en tal caso, siempre que alguien se oponía á sus deseos, era de un carácter impetuoso, exclamó irónicamente: ¡Tu Elena!... Tu Elena es...
Usted, por su parte, fué como siempre, impetuoso y atrevido... La próxima vez beberemos menos. La «próxima vez» era una invitación que Ferragut repetía diariamente. Deseaba llevarla á comer en una de las trattorias del camino de Possilipo, viendo á sus pies todo el golfo coloreado de rosa por la puesta del sol. Freya había aceptado su invitación con un entusiasmo de colegiala.
Abandonando toda precaución, avanzaron como un torrente impetuoso, dando gritos horribles y arrojando sus azagayas, sus hachas y sus bomerang. No era ya posible detenerlos: para ello hubiera sido preciso un cañón cargado de metralla. Cornelio y Hans descargaron una vez más sus fusiles, y después huyeron, confiando su salvación a sus piernas.
Palabra del Dia
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