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Actualizado: 25 de septiembre de 2025


El Conde de Essex, joven, impetuoso, popular, favorito de la Reina Isabel, en asuntos de gobierno tenía balanceada la influencia por la circunspección de los Consejos del lord Tesorero Cecil, barón de Burghley, antiguo y experimentado Ministro.

»No obstante su respeto por aquella recomendación sagrada, y sobre todo su timidez natural, aumentada aún por el carácter despótico e impetuoso de aquel hombre, la imponían una especie de sumisión, soportando pacientemente sus impertinencias y disimulando en parte la aversión que le inspiraba.

Yo padezco, lector, frecuentemente, sin que sepa la causa verdadera ni si es cosa del cuerpo ó de la mente, una tristeza amarga, que inclemente me domina, me rinde y desespera. La sangre que en mis venas comprimida caminaba en raudal impetüoso, parece detenerse en su carrera, y sin calor, sin fuerza, empobrecida, se desliza con paso perezoso como si en la vida se extinguiera.

Como un río impetuoso se despeña en el invierno sobre el valle y rompe los diques que las manos del hombre le han opuesto y arrastra los árboles y las casas y destruye las más florecientes heredades, de tal modo el hijo del tío Pacho penetra en las espesas falanges de los de Lorío introduciendo en ellas el desorden y el espanto.

Tirso, a pesar de su carácter impetuoso, sabía contenerse mejor; a Pepe le temblaba la voz en la garganta; aquél, tranquilamente sentado ante la mesa, jugaba con las cuentas del rosario; Pepe sentía afluir a los labios todos los temores que abrigaba su alma. La lámpara, a cada instante menos luminosa, iba quedando vencida por las sombras.

Los curiosos de ambos soportales, lo mismo que los filósofos del arroyo, daban pruebas inequívocas de hallarse conmovidos. La afición a la música en los pueblos ofrece siempre un carácter más violento e impetuoso que en las capitales. Quizá se deba a que en éstas anda prodigada en demasía por iglesias, teatros y salones, mientras en aquéllos sólo alguna que otra vez pueden gustarla.

Raimundo salió hasta la escalera para despedirla, repitiéndole algunas frases amables y cordiales que no impresionaron a la dama, a juzgar por su continente grave. Bajó las escaleras descontenta de misma, embargada por una sorda irritación. No era la primera vez, ni la segunda tampoco, que su temperamento impetuoso la colocaba en estas situaciones anómalas y ridículas.

Si el cielo está sereno, mansa corre la fuente, su cítara invisible tañendo sin cesar; pero vienen las lluvias, e impetuoso torrente peñas y abismos salta, ronco, espumante, hirviente, y se arroja, rugiendo frenético, hacia el mar.

Se diría que aquel impetuoso renacimiento de vitalidad, que aquella fuerza nueva que de la profundidad de su ser había surgido, se había derramado como torrente, se había volcado como ingente catarata, y se había gastado toda con rapidez en inauditas acciones, sin dejar resto alguno, sino llevándose y arrastrando en su curso parte de la vida que él conservaba aun antes del cambio prodigioso.

La costa se había borrado en la lejanía y la sombra había caído densa sobre el impetuoso Cantábrico, envolviendo al barco en el espíritu aterido y misterioso de la noche. Al lado del joven pensativo resonaron unos pasos, que llevaban el compás, gratamente, a una linda barcarola. Salvador volvió la cabeza hacia aquel lado y aguzó en la oscuridad su mirada.

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