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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Sin ruido, sin ruido se puede discutir todo dijo don Nepo, que quería hacer hablar al imbécil para ver por dónde desembuchaba y qué leyes le había metido en la cabeza el abogadillo flamante. Sin ruido y sin apasionamiento se atrevió a apuntar el respetable y mofletudo Körner, que se creía en el caso de intervenir en sentido conciliador.
Aunque Clementina, en general, no era simpática a la sociedad madrileña por su carácter altanero, como al fin representaba el derecho y la moral, su causa era la popular. Contribuyó a hacerla más la estupidez de su enemiga, que se presentaba en todas partes queriendo deslumbrar con su lujo, llevando a su lado aquel viejo imbécil y degradado.
Llegó un día en que creí que había sido un imbécil; que había ido, respecto a Amparo, más allá de donde debía. Hasta llegué a creer que el padre Ambrosio era un hipócrita, y doña Gregoria una mujer interesada.
Cuesta gran trabajo creer los desaciertos, torpezas e indignidades en que incurrían todas las clases del Estado, durante los reinados de aquella funesta dinastía que comenzó en una pobre loca y acabó en un desdichado imbécil.
Y lo besaba con furia, lo aturdía con sus caricias, para disipar el mal recuerdo y recompensar al mismo tiempo la molestia reciente. Hizo responsable a su hermano de esta cólera de Ojeda, evocadora de malos recuerdos. Aquel imbécil sólo había nacido para hacerle daño.
Escena superflua, en que Carlino se chancea con el criado de Cornágoras; el loco doctor viene también, riñe á su servidor, que es un perfecto imbécil, y sólo sirve para excitar la risa con su endiablada jerigonza. «¡Sí exclama, ya sé quién eres, traidor!
La escoba, que aún estaba arrimada á la puerta, la puso en las manos del muchacho el joven que lo sacó de la calle, y al entregarle la escoba, le dió dos fuertes bofetadas, volviéndole á la triste realidad de la vida, al par que le decía: ¡Imbécil, cuanto acabas de dejar solo se adquiere con dinero!
Si me atacan y yo no puedo defenderme, sosténgame usted. No permita que digan que soy un viejo imbécil. Repitió con aire extraviado: ¡Adiós! Y cogiendo el brazo de Tragomer, salió como si marchase á la muerte. M. Harvey poseía uno de los más hermosos hoteles de la plaza de los Estados Unidos.
El camarón dio una vuelta en redondo, que le sacó al agua espuma, y se fue sobre Loppi, con las bocas abiertas: ¡A tu rincón, imbécil, a tu rincón! ¡los maridos cobardes hacen a las mujeres locas! ¡abajo el palacio, abajo el castillo, abajo la corona! ¡A tu casuca con tu mujer, marido cobarde! ¡A tu casuca con el morral vacío!
¡Imprudente! ¡imbécil!... hace una hora que está de pie, y es lo peor que puede hacer... La herida se abrirá de nuevo: siempre se lo estoy diciendo; pero aquí nadie me hace caso, nadie me obedece... ¡Que el diablo se los lleve a todos!... ¡oh!... ¿no vuelve en sí?
Palabra del Dia
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