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Actualizado: 19 de julio de 2025


Su furia salvadora le hacía continuar puñal en mano la imaginaria matanza. ¡Segundo golpe!: el príncipe heredero rodando por un lado y su cabeza por otro. ¡Una lluvia de cuchilladas!: todos los generales invencibles de que hablaba su tía huyendo con las tripas en las manos, y á la cola de ellos, como lacayo adulador que recibía igualmente su parte, el tío de Berlín... ¡Ay, si se le presentase ocasión para realizar sus deseos!

Pero, desde que los grandes objetivos del hombre, intoxicado de terrores y de esperanzas sobre la vida futura, vinieron a estar fuera de este mundo, este mundo quedó fuera de la atención de los hombres, y por ende, las leyes naturales, que han proporcionado los maravillosos recursos de la civilización moderna, quedaron en la edad media fuera del alcance del entendimiento humano, totalmente absorbido por la preocupación angustiosa de las entidades y de las cosas sobrenaturales, deslumbrado por el espejismo del otro mundo hasta dar la espalda a la vida real y el frente a la vida imaginaria, por entender que la más alta y noble ambición del hombre era la de "sentarse eternamente a la diestra de Dios padre", después de muerto, con lo que resultaba estúpido, degradante y vil todo anhelo de felicidad antes de morirse.

Ya no sabía en qué pensar, y entregaba el discurso a lo primero que se me entraba por las mientes. »Una noche, por remate de la larga cadena de ideas incongruentes que había estado arrastrando, di en una bien extraña ocurrencia: la de hacer una imaginaria excursión por los interiores entenebrecidos de mi propia casa. ¡Qué grande era para la poca gente que la habitábamos!

La descripción poetizada de las alternadas estaciones del año, de la rustiqueza selvática y de una imaginaria vida pastoril de color de rosa, y que no se da en el mundo real, prestan á todo el cuadro, y aun á las más vivas escenas, cierto velo ó esfumino aéreo que no las hace tan shocking.

Luego, a la hora del almuerzo, comenzó a cantar las excelencias del trabajo, llamando a cada paso en su apoyo al catalán: «¿Verdad, señor Llagostera, que no hay otra fuente de riqueza? al mismo tiempo hacía con disimulo el ademán de tirar de una carta . ¿Verdad, señor Llagostera, que el único medio de prosperar las naciones y los individuos es el trabajo honrado? ¿Eh? ¿El trabajo decente? la misma a mueca . Yo no conozco más que a los catalanes que sepan tirar..., tirar bien del carro de la riqueza, ¿eh? tirando de la carta imaginaria . ¡Oh, si los andaluces tirásemos tan bien!...» Los comensales no podíamos reprimir la risa.

Llegaban irritadísimos contra las tropelías del gobierno, pero hablaban de ellas con cierta discreción hasta que algún bonapartista fogoso exclamaba, que debía fusilarse a todos los republicanos, para aterrorizarles. La ingenuidad de la frase hacía reír, pero esta hecatombe imaginaria era la señal de zafarrancho para las exageraciones y desatinos.

Además, aun hecha la imaginaria division de sonido, tampoco nos resulta explicado el fenómeno; porque la parte del sonido sentida por A, no será sentida por B; luego jamás podrá resultar una sensacion completa.

En ella vemos la imposibilidad de que exista algo, pues si fuera dable señalar un momento en que no hubiese habido nada, no habria ahora nada. No hallamos en esa nada imaginaria ningun punto de partida para la inteligencia; toda combinacion es imposible, absurda: el espíritu se siente perecer de inanicion en el vacío que él se ha fabricado.

Por esos mundos sería yo una doña Luz algo misteriosa, de quien cada cual imaginaría mil horrores. Empezarían por afirmar una verdad, para inventar y poner sobre ella millón y medio de embustes. La verdad sería que soy hija de un marqués calavera y arruinado, y de una tal Antonia Gutiérrez, soltera y costurera, con quien mi padre tuvo amores.

Por otra parte, las únicas cosas que se prestan á representacion propiamente dicha, son las sensibles; el único caso en que hallamos dentro de nosotros esa forma en que se retratan los objetos es el de la representacion imaginaria; y así era peligroso que á esta se le llamase idea, y á toda idea representacion imaginaria, en lo que consiste el sistema de Condillac.

Palabra del Dia

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