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Actualizado: 27 de julio de 2025


Ya que me imaginas insensible o algo así como si me faltara humanidad. Y volvió a hundirse en el sillón. , continuó, son muy extrañas las mujeres de nuestro país... Fue precisamente en casa de las Aliaga que conocí, hace algún tiempo, a esa amiga de Charito González. Me pareció en seguida que pertenecía al tipo de las mujeres fantásticas.

Al terminar el silbido, se le figuró que la cama se levantaba por la parte de los pies. La cabeza se le iba hundiendo. Veía sus pies allá arriba. Esto le produjo fuerte congoja. Dió un gran suspiro, y los pies volvieron a su nivel. Mas en seguida tornaban poco a poco a levantarse y la cabeza a hundirse. Era necesario dar grandes suspiros para restablecerlos en su sitio.

Y desde la orilla opuesta el coro de una canción de amor. Dejando a mi víctima en el bote, me volví hacia la «Escala de JacobTenía poco tiempo disponible. Además, de un momento a otro podían venir a relevar al centinela. Inclinándome sobre el tubo, lo examiné desde el punto en que proyectaba del agua hasta su extremidad superior, que parecía hundirse en el macizo muro.

Y del árbol herido de tu vida un ramo en flor se desgajó violento; que fué rodando a la merced del viento hasta hundirse en la mar embravecida. Pero, al cogerlo Dewey de la playa, vio que era un gajo de la mar malaya florecido de perlas peregrinas. El que se desgajó de tu existencia, llevándose tu amor, tu , tu esencia, ¡el ramo en flor: mi patria, Filipinas! Julio, 1922.

Volví a poner toda la luz de mi discurso sobre esta mancha de su conducta conmigo; deseaba conocerla en toda su extensión para «indignarme» contra él: desesperado recurso de náufrago entre las bascas de su agonía; extender los desfallecidos brazos en busca de un asidero que no han de hallar; gastar las últimas fuerzas en inútiles tentativas, para hundirse primero.

Todavía puede ser que me anime y le pegue otra pechada a don Raimundo... O mucho toupet o hundirse. El Vitalicio nos ha fumado esta vez, pero, ¿y si hubiéramos ganado? ¡qué atracón de nacionales!

Tal vez... Pero el hecho es que era un hombre concluido. ¿Volver a su patria, hundirse en la estéril abnegación de Belgrano, deshojar uno a uno sus laureles, luchando, como el vencedor de Tucumán, contra oscuros gauchos que lo vencían... o verse, en un consejo militar, burlado por un Moldes o un Dorrego, petulantes, irritables y escépticos, bolívares pequeños, turbulentos e implacables por trepar al poder?

Y vigilemos para que de su triángulo rojo no se salga jamás la estrella solitaria, ni para hundirse en la nada, ni para dar su brillo, entonces más sola que nunca, entre el montón de estrellas del pabellón americano.... Hasta aquí de su vida; de su obra hablaré en otra ocasión.

En fin, sería el cuento de nunca acabar: el sebo de una fácil ganancia ha engatusado a muchos, y con el afán del lucro se han metido a ojos cerrados en el pantano, y ya han perdido pie y empiezan a hundirse; el liquidar de cuentas será un rechinar de dientes. Así tuviéramos buen gobierno decía Quilito.

Por la inmensa llanura líquida se esparcía una blanca claridad que hacía temblar al monstruo de júbilo. La blanca diosa, al abandonar el firmamento y hundirse en las olas, mostraba en silencio su faz radiante y serena. Las estrellas palidecían ante su majestad. Ningún ruido se escuchaba más que el leve batir de las olas.

Palabra del Dia

malignas

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