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Actualizado: 26 de junio de 2025
En una isla, cinco leguas más adelante, se habían retirado dos caciques, Jarechacu y Arapichigua, con todos sus vasallos Payaguás, que al vernos despacharon luego siete canoas á la grande isla de los Orejones, para dar aviso á aquellas gentes, como lo suelen hacer en tales ocasiones, y por eso se veían de cerca y de lejos muchos humos en el aire, por lo cual en todo aquel contorno son los Payaguás tenidos en grande estimación, que les es de mucho provecho, por lo que les dan de tabaco, cueros, telas y vituallas, de que están abastecidos con grande abundancia.
Y habiendo pasado adelante como 5 leguas, llegamos á otros médanos, á donde paramos por ser ya casi puesto el sol: á cuya hora se divisaron dos humos, el uno al E, que dijo Lepin ser en sus toldos, y el otro al S, que le parecia era hácia la Laguna Amarilla. Este dia se caminaría como 18 leguas, y por haber muerto unos toros se le dió el nombre de Médanos de los toros muertos. Dia 6.
D. Joaquín fue el que se sintió quemado del desaire, originándose de la quema ciertos humos nobiliarios, que antes nadie había notado en él y que aparecieron de repente. Hasta entonces D. Joaquín había sido despreocupadísimo, pero, con el boato y magnificencia de su casa, se desenvolvieron en su espíritu los instintos de nobleza, combinados con la afición a la poesía.
Nunca se me borrará el recuerdo de aquellas horas que no creía pudiera soportar el cuerpo humano... Los días se sucedían en esa agradable existencia, sin que el pequeño vapor que debía transbordarnos y arrancarnos a aquel infierno, dejase ver sus humos en el horizonte.
La libertad con que comemos, nos hace creer que nos encontramos en una romería, entre tomillo y alelíes. Hemos comido opípara y deliciosamente, y aquí doy fin al dia décimo tercero, porque seria muy difícil darle mejor final. =Dia décimo cuarto=. El sueldo de la paralítica. Mis humos caballerescos. Establecimiento de caldo.
Esa chica tendrá mal fin. ¡Y qué humos, bendito Dios, qué pretensiones! ¡Y qué morros nos pone a veces, después que la estamos manteniendo! Hay que echarle memoriales algunos días para poderle hablar. Es una huérfana. ¿Crees tú que el Canónigo la desamparará? No, yo no lo creo. Fíate del Canónigo y no corras.
Se trataba de unos condensadores formados de cámaras de ladrillos, de paredes delgadas en el primer trozo de recorrido de los humos y de cámaras de madera y cristal en lo restante hasta la chimenea. El horno con ellos podía estar encendido y en marcha constantemente.
Despachaba detrás del mostrador con más humos que un ministro en su poltrona, recibiendo a sus parroquianos con un hocico y unos dengues como una señorona de horca y cuchillo.
Don Braulio trabajaba como un negro en su oficina, pasaba por un empleado probo e inteligente y no descubría sus humos de genio o semigenio sino con el mayor sigilo y a su amigo más íntimo. Su teoría orgullosa le servía de consuelo, o al menos de alivio, en ciertas amarguras y sospechas, que le atormentaban cruelmente, sin que sepamos aún hasta qué punto doña Beatriz había dado motivo para ello.
Entre ella y el cuñado, habían habido ya ligeras escaramuzas, alfilerazos que no se olvidan, por la intención de la frase y la acritud del acento. Un día, disputando por fruslerías, él la llamó: ¡Solterona! y ella: ¡Perdulario! y en una ocasión le dijo ella, que no debía darse tantos humos, cuando allí tenía casa y comida gratis y se le había matado el hambre.
Palabra del Dia
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