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Actualizado: 17 de junio de 2025


Pero lo que digo es lo siguiente: la niña está muy enferma, y no por culpa suya; su naturaleza era fuerte; en su constitución no hay vicio alguno; pero no le da el sol nunca y se la está comiendo la humedad; necesita calor y no lo tiene; luz y allí le falta; aire puro y allí se respira la peste; ejercicio y allí no se mueve; distracciones y allí no las hay; buen alimento y allí come mal y poco..., pero no importa; Dios está satisfecho por lo visto. ¿Cuál es la perfección?

Un olor de humedad, de hierbas marchitas y de piedras en ruinas, se desprendía de las paredes. Una vieja puerta extendía por sobre el arco de su bóveda. Penetré en el interior. En todo mi derredor se alzaban las paredes, destacándose negras en el cielo de la noche, cuya luz azulada brillaba aquí y allí por encima de mi cabeza.

Huyó del café, como si odiase a las gentes y tuviese necesidad de tinieblas y silencio. En la cubierta de los botes ocupó un sillón, mojado por la humedad. Este aislamiento lóbrego aplacó sus nervios... Nadie. Los pasajeros estaban ya en sus camarotes o se mantenían en el paseo dando vueltas por las inmediaciones del café, como pájaros nocturnos atraídos por un faro.

Pero Margalida permanecía silenciosa, descoloridos sus labios, pálidas las mejillas con una blancura lívida, moviendo los párpados para esconder tras el enrejado de las pestañas la humedad lacrimosa de sus ojos. Iba a llorar. Se adivinaban sus esfuerzos para contener el llanto: respiraba con angustia.

Lo que más le molestaba era la limpieza; aquel suelo barrido todos los días y bien fregado, para que la humedad, filtrándose a través del petate, se le metiera en los huesos; aquellas paredes, en las que no se dejaba tener ni una mota de polvo. Hasta la compañía de la suciedad le quitaban al preso. Soledad completa.

En el año 1841 se practicó en ella un reconocimiento por un profesor de ciencias y otras personas entendidas: resultó haber á la distancia de unas 140 varas de su boca una esplanada bastante capaz, ensanchando desde la entrada sus paredes sin guardar regularidad y en diversos tramos. Desde su mitad ó algo más ensancha desproporcionadamente, y en su fondo tienen las paredes musgo y humedad.

Se supone que el guerrero del cuadro que examino murió hace algun tiempo, la sangre ha debido descomponerse por el rocío de la noche y la humedad natural de la tierra, y está amoratado, incomparablemente amoratado. Me parece que si llevo la mano al semblante del muerto, aquel semblante se deshará como si fuera de salvado ó serrin.

Algunas veces llegaba hasta el río, pero no ofrecía variantes el espectáculo: el agua amarillenta siempre estaba removida en sentido contrario a la corriente, por la marea que hasta aquella región alcanzaba; el aire cargado de humedad, saturado de las emanaciones de la brea, del cáñamo y de las tablas de pino.

Tenía los ojos hinchados por una humedad lacrimosa que hacía brillar sus córneas. Juraba entre dientes, protestando contra la próxima separación... ¡No verse más, después de tantos años de fraternidad!... ¡Cristo!... El capitán tuvo miedo también á que saltasen sus lágrimas, y le ordenó que fuese á hacer las cuentas de los hombres á bordo.

CHULETAS DE CORDERO A LA PAPILLOTE. Córtense las chuletas y aplástense, dándoles buena forma; se sazonan de sal y se colocan en una cacerola con tocino derretido; se rehogan volviéndolas, y cuando estén cocidas póngase a escurrir el tocino en otra cacerola, y con la grasa se rehogan finas hierbas, después de picadas, para retirarlas así que hayan perdido la humedad.

Palabra del Dia

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