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Actualizado: 17 de junio de 2025
El aire está tan cargado de humedad, que basta cerrar los ojos para hacerse la ilusión de que se está á la orilla de un arroyo, cuyas tranquilas aguas corren silenciosas. Después de todo, el agua allí está; si ha desaparecido es sólo en apariencia.
Los huertos de naranjos extendían sus rectas filas de copas verdes y redondas en ambas riberas del río; brillaba el sol en las barnizadas hojas: sonaban como zumbidos de lejanos insectos los engranajes de las máquinas del riego, la humedad de las acequias, unida a las tenues nubecillas de las chimeneas de los motores, formaba en el espacio una neblina sutilísima que transparentaba la dorada luz de la tarde con reflejos de nácar.
2° Prohibir, bajo las penas mas rigurosas, el desmonte por medio del fuego; lo cual impidiendo detenerse á las nubes acrecenta de dia en dia la falta de humedad, y priva por lo tanto á los campos de su riego natural, haciéndolos estériles, ó deja que los aguaceros impetuosos, teniendo el paso libre, arranquen y arrastren sobre las alturas la tierra vegetal, á la que suceden rocas desnudas é infecundas en los lugares donde crecian los árboles mas hermosos;
«No, no hay Dios, iba pensando, pero si lo hubiera estábamos frescos...». Y más abajo: «Y de todas maneras, eso de que le han de enterrar a uno de fijo, sin escape, en ese estercolero... no tiene gracia». Y corría, sintiendo de vez en cuando escalofríos. Don Pompeyo tuvo fiebre aquella noche. «Ya lo decía él; ¡la humedad!».
Don Pompeyo llevaba los pies encharcados, y era sabido que la humedad le hacía mucho daño, le ponía nervioso y con esto se le achicaba el ánimo. No hay Dios, es claro, iba pensando, pero si le hubiera, podría creerse que nos está dando azotes con estos diablos de aguaceros. Llegaron a lo alto, a la cima de aquella loma.
Los dos criados encontraban cada vez más pesadas sus cestas, y seguían con dificultad a la señora al través del gentío compacto e inquieto que se agitaba a la entrada del Mercado Nuevo, cuyos pórticos, en plena tarde de sol, tenían la lobreguez y humedad de una boca de cueva. Allí era donde resultaba más insufrible el monótono zumbido del Mercado.
Las estaciones son tres. Fría y algo húmeda la primera, se inicia en Noviembre con la monzon NE. La segunda, calurosa y seca, empieza en Marzo. La mayor intensidad del calor se deja sentir en Abril y Mayo; desde esta fecha se inicia la tercera con una gran humedad, debido á las lluvias que se suceden con cortas interrupciones; éstas son muy copiosas y á veces motivan grandes inundaciones.
Su piel, surcada por las arrugas, tenía el brillo de una eterna humedad, como si el vino volatilizado penetrase por todos sus poros y se escurriese por el borde de su bigote en forma de lágrimas.
El día muere, el velamen muge, las olas crecen, la humedad entumece los miembros y las dulces ilusiones se convierten en tristes realidades, al ver solo inmensidad en nuestra alma, inmensidad bajo nuestros piés é inmensidad sobre nuestras cabezas. ¡Orza! De vuelta y vuelta. Tiempo duro. Siniestros preparativos. Falta de crepúsculo La piel de zapa. ¡El tifón! Baja de barómetros.
El Casino de Vetusta ocupaba un caserón solitario, de piedra ennegrecida por los ultrajes de la humedad, en una plazuela sucia y triste cerca de San Pedro, la iglesia antiquísima vecina de la catedral. Los socios jóvenes querían mudarse, pero el cambio de domicilio sería la muerte de la sociedad según el elemento serio y de más arraigo.
Palabra del Dia
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