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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Por fortuna, al medio día se nubló el cielo y comenzó a llover. Su primera impresión fue de alegría; pero luego se dijo: «¿A que no va porque no coja humedad el chiquilloHasta la hora del espectáculo permaneció encerrado en casa y, según su costumbre, quiso distraerse leyendo; pero todo fue inútil. Tal estaba su ánimo, que no le hizo gracia Don Quijote.

Yo me consideraba rebajado en él. Además, yo no creía que la bondad se caracterizase por la blandura ni por la humedad. Conocía muy bien a mis convecinos, y el que se les cayesen las lágrimas o el moco era para lo mismo que si les hubiese atacado el hipo.

Guimarán volvió a temblar; sintió la humedad de los pies de nuevo... y apretó el paso. Hubo más, se le figuró que le seguían; que a veces le tocaban sutilmente las faldas de la levita y el cabello del cogote.... Y como estaba solo, seguramente solo... no tuvo inconveniente en emprender por la cuesta abajo un trote ligero, con el paraguas debajo del brazo.

Todo era cierto, y como prueba allí estaba el primer ermitaño enterrado al pie del altar, y allí la Virgen con su carita negra a consecuencia del sol y la humedad del mar que la ennegrecieron en su milagroso viaje.

Dimos unos momentos de descanso á los caballos, arreglando lo mejor posible nuestro equipo, empapado en el agua que nos había regalado el rocío que la humedad de la noche depositó en las hojas del cogon. Trabajosamente y confiados en un todo al instinto de los caballos, principiamos la ascensión del famoso monte.

¿Y yo? exclamó Marcos Divès . ¿Yo no tendré nada que hacer? ¿Voy a permanecer con los brazos cruzados viendo batirse a los demás? quedas encargado del transporte de municiones; ninguno sabría manejar la pólvora mejor que , preservándola del fuego y de la humedad, fundir balas, hacer cartuchos...

Esta vista les acrecentó el asombro y veneración, y más hallándole entero, fresco é incorrupto, sin despedir mal olor, que parecía cosa más que natural, habiendo pasado tanto tiempo de soles ardientísimos, y por otra parte, la humedad del lugar, que como dije, era un pantano; fuera de que los cuerpos de sus compañeros estaban ya corrompidos.

Bajamos, guiados por ella, a la planta baja; atravesamos un patio, abrió un criado una puertecita verde, y entramos en un recinto semejante a una gruta. La atmósfera estaba impregnada de humedad. Escuchábase el rumor del agua, pero no la veíamos porque estaba oscuro.

Nada, yo tengo la seguridad de que no dura más de doscientos pasos y de que el corte de la Peña se encuentra á estas horas bañado por el sol... Pero si tienes miedo á la humedad podemos volvernos... No, no... de ningún modo... ¿Crees que vamos á ver el sol de veras?... Pues adelante.

Gabriel se había sentado en el zócalo de una pilastra, entre dos columnas, pero a los pocos instantes tuvo que ponerse de pie. La humedad de la piedra, el frío de tumba que circulaba por toda la catedral, le penetraba hasta los huesos. Anduvo por las naves, llamando la atención de las devotas, que interrumpían sus rezos al verle.

Palabra del Dia

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