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Actualizado: 28 de octubre de 2025
De pronto ve surgir unas canteras que semejan las ruinas de un castillo: El eco de los truenos rueda encantado entre ellas. Al acercarse oye ladrar un perro, y otro relámpago le descubre una hueste de mendigos que han buscado cobijo en tal paraje.
Viendo el africano que no era posible forzar el paso de aquella garganta, volvió con su hueste á la poblacion mas inmediata, y despues de elegir un buen campamento, mandó á sus gentes construir habitaciones y cuarteles y juntar vitualla para pasar allí el invierno.
En el año 1333 el rey moro de Granada, aprovechando la coyuntura de hallarse D. Alfonso XI con los pendones y caballeros de casi toda Andalucía entretenido en Gibraltar contra los ejércitos invasores de Marruecos, puso cerco á Castro el Río con muy poderosa hueste.
El primogénito se aleja hablando solo, y atraviesa la siembra por cobrar el caballo que pace allá en el fondo arrastrando el rendaje. Monta, y al galope desaparece. El Caballero, ceñudo y sombrío, sigue su peregrinación entre la hueste mendicante que renueva, las voces de su planto cuando ve las torres de Flavia-Longa.
Morsamor, pues, y su hueste salieron, según unos, en una barca encantada, que se hallaron junto a la orilla de un lago, y que, arrastrada por la corriente, los lanzó en un río, por donde el lago se desaguaba, y cuyas ondas por rapidísimo declive se abrían cauce en la estrecha y tortuosa garganta que formaban tajados peñascos de empinadísimos cerros.
Negros los rostros y la frente roja, La mano herida y como sierra el sable Llevaba aquella hueste formidable, Fugitiva del campo del honor. Envueltos en banderas argentinas Conducian los restos de un soldado, Y brillaba en su cráneo descarnado La aureola que al mártir coronó.
Soldados y marineros juraron obedecer a su capitán. Morsamor entonces dispuso las cosas con arreglo al plan que había concebido y dividió en tres partes sus fuerzas: la marinería al mando del piloto; al mando de Tiburcio lo mejor de la hueste, contándose en ella Juan de Cartagena y Fray Blas de Villabermeja, a quienes excitó para que se luciesen, pagando así la franca hospitalidad con que los había acogido.
13 Su hueste, con los contados de ellos, cincuenta y nueve mil trescientos. 14 Y la tribu de Gad; y el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Reuel. 16 Todos los contados en el ejército de Rubén, ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta, por sus escuadrones; irán los segundos.
Dice, pues, Perez del Pulgar en su citada Crónica de los Reyes Católicos, hablando del cerco de Baza: «E porque ningun mercader se movia á llevar mantenimientos para los vender por su interese propio, por las dificultades é pérdidas que habia en los llevar, la reina á fin de tener bastecida su hueste mandó alquilar catorce mil bestias.
Morsamor, cuyo inesperado auxilio había sido parte tan principal en la victoria, gozó del triunfo a par de don Jorge, siendo vitoreado y ensalzado por los de la hueste. El contento de los vencedores llegó a su colmo cuando pudieron apoderarse, como tributo, de parte de las riquezas allí reunidas y repartírselas entre todos.
Palabra del Dia
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