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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
Mi arnés, armas y caballo vuestros son por la ley de la guerra. Pero os serán devueltos. Coloca centinelas, Simón, ahí en la entrada del paso y una guardia de arqueros con armas preparadas por si algún otro caballero nos visita. Pasaron las horas y los ingleses siguieron vigilando todos los movimientos de la gran hueste enemiga.
Encomendó a todos los diablos a Sankarachária, a los demás mahatmas y al Cenobio de la jubilación varonil, y no bien despuntó la próxima aurora se escapó de allí con Tiburcio y los demás de su hueste.
España, la hueste de aquel Santiago Apóstol que hacía cruzar al fin de las batallas su visión ecuestre y vengadora, esparciendo el pavor entre los infieles. Pero el día en que España volviese el rostro al Señor los enemigos entrarían pisoteando la sangre de sus mujeres y sus párvulos, como los soldados de Tito en Jerusalén.
Miguel de Zuheros desechó, pues, aquellos vanos pensamientos, se serenó, recobró su brío indomable, se arrojó del lecho y se revistió a escape las armas. Tomás Cardoso, teniendo de la pequeña hueste por ausencia de Tiburcio, acudió a llamarle desde la puerta de la alcoba. Armado ya Morsamor, salió a juntarse con Tomás Cardoso.
Toman su fundamento en la narracion del moro Rasis, que dice: que el rey godo nombrado por los Cordobeses despues de muerto Rodrigo, sabedor de que la ciudad habia sido entrada por sorpresa por la hueste de Mugeith que andaba ya quebrantando las puertas, se acogió á un templo fuerte dedicado á S. Jorge, en el cual se defendió con los suyos por espacio de tres meses.
Veréisle aumentar su hueste de renegados hasta reunir mil mamelucos de infantería y cinco mil de á caballo, y la guarda de su persona hasta dos mil eunucos; oirá y juzgará por sí mismo las causas de los pobres, perseguirá severamente á los malhechores, será liberal con los necesitados, estrenuo y sabio en sus determinaciones.
Trémulo, con los ojos ardientes, salta a tierra el primogénito y va contra su padre, que le espera en medio del camino con el bastón enarbolado. Detrás se extiende la hueste de mendigos, que tiemblan de miedo y de frío bajo sus harapos, al intentar interponerse. Señor Don Pedrito, considere que es su padre, y que le ha dado la vida, y que puede quitársela. ¡El padre es como el Dios del Cielo!
Sube conmigo á esa enhiesta torre y mira á tu alrededor: á tus piés un gigantesco templo; á tu frente un caudaloso rio, ya despojado de las frondosas alamedas de sus orillas; á tu derecha tristes reliquias de suntuosos alcázares derruidos; á tu izquierda una dilatada y heterogénea aglomeracion de edificios de todas las épocas, partidos en dos grandes secciones por una larga y anchurosa via que marca las sinuosidades de una antigua muralla divisoria, en la que descuellan á trechos algunos torreones mutilados, últimos centinelas heridos de una hueste esterminada.
Narada entró luego en pormenores a fin de exponer y de explicar los medios con que contaba y las probabilidades de buen éxito. El ambicioso Morsamor se dejó convencer al cabo. Narada y otros importantes personajes que habían venido con él disfrazados de fakires, debían servir de guía a Morsamor y a su hueste, compuesta de 300 aguerridos y audaces aventureros.
A fin de cumplir tan devota determinación, de que sólo dio noticia entonces al P. Atanasio, se despidió de la hueste como si tratase de hacer una breve ausencia, y acompañada solamente del mencionado Padre, de Nuño y del futuro yerno de éste, salió para Córdoba aquel mismo día.
Palabra del Dia
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