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Actualizado: 18 de junio de 2025
Después que se han alejado los huéspedes, Don García, que ha oído la animada conversación de Don Mendo, manifiesta alguna inquietud; pero pocas palabras cariñosas y tiernas de Blanca desvanecen al punto todas sus sospechas. Don Mendo, obligado á alejarse con el Rey, sólo aguarda una ocasión oportuna para poner en ejecución sus criminales deseos.
RAÚL. ¡Es muy mortificante para mí... y para ti...! FRAICHEROSE. ¡Bah! ¡Qué bobo eres...! ¡Este hombre será tu amigo íntimo antes de ocho días...! FRAICHEROSE. ¿Bajo qué muestra...? RAÚL. «¡A los cornudos complacientes...! ¡Se admiten huéspedes a pie y a caballo...!» No, amor mío; esta noche, no. ¡Viene Blucher...!
Estando en esto, el ventero, que estaba a la puerta de la venta, dijo: -Esta que viene es una hermosa tropa de huéspedes: si ellos paran aquí, gaudeamus tenemos. ¿Qué gente es? -dijo Cardenio.
Esta no es casa de huéspedes, porque nosotros no queremos barullo añadió ; pero hace mucho tiempo que conocemos al Sr. de Arróiz y por eso le tenemos aquí. Este Sr. de Santorcaz que has visto anoche, y que no ha de tardar en venir, es un joven a quien conocimos en Alcalá, cuando estábamos allí establecidos y él dejaba sus estudios en aquella célebre Universidad para correr la tuna.
Yo recuerdo, a propósito de la ternura alemana, una Nochebuena que pasé en Berlín. La patrona de mi casa de huéspedes había comprado un pino, que los inquilinos se encargaron de adornar con ampollas de cristal coloreado, con algodón hidrófilo, con cintas de plata y oro, con bombillas eléctricas, con lentejuelas y con toda esa pacotilla sentimental a que había allí tanta afición.
Creemos haber hecho en el último capítulo el elogio del constante buen humor de Antoñita, y, una de dos; o han sido prematuras nuestras apreciaciones, o la llegada de los flamantes huéspedes turbó el estado de beatitud y calma de su espíritu, que repentinamente se tornó caprichoso y versátil.
Dejó Roger á su mujer María en Constantinopla, y navegó con sus cuatro galeras la vuelta del cabo el primer dia de Marzo del año mil trescientos tres. Luego que llegó se pasaron las cuentas con los huéspedes, tomose muestra general, y se halló que los soldados en poco más de cuatro meses, que fué el tiempo que invernaron, habian gastado las pagas de ocho, y algunos de un año.
El papú corrió por la terraza, y entró en la estancia donde se hallaban el Capitán, Hans y el chino. Avanzó hacia ellos, y con un gesto que no carecía de nobleza les dijo: ¡Sois libres, y huéspedes gratos del jefe Uri-Utanate! Pero ¿quiénes son éstos? le preguntó el jefe, que lo había seguido . ¿No son enemigos nuestros? No, padre.
A eso de las cinco me trasladé al castillo. Las señoras habían vuelto al mediodía. Hallé en el salón á la señorita Margarita, á la señora de Aubry y al señor Bevallan, con dos ó tres huéspedes transeuntes. La señorita Margarita pareció no apercibirse de mi presencia, y continuó conversando con el señor de Bevallan en un tono de animación, que no le es habitual.
Leto no se había enterado bien de ello, porque se había pasado la mayor parte del tiempo en el balcón, «demasiado tiempo» en opinión, muy recalcada, de Fuertes; porque en la tirantez de espíritu en que se hallaba el buen señor, hasta los dedos se le antojaban «huéspedes.» También esto de los huéspedes se lo recalcó mucho don Claudio a Leto.
Palabra del Dia
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