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Actualizado: 23 de junio de 2025


La travesía de Nueva York al Havre se lo hizo más larga que a los argonautas toda su expedición: al fin pisó el puerto, tomó el tren y se detuvo en París, a lo cual le obligaba la necesidad de negociar ciertos valores, albergándose en la misma fonda donde estuvo algunos días al hacer el viaje de ida, porque en ella vivía su antiguo y cariñoso amigo Pepe Teruel, que conocía a Felisa, y a quien constantemente hablaba de ella: debilidad propia de enamorados, que siempre han menester confidente.

No lo esperábamos hasta dentro de un mes, y estará aquí dentro de doce días; se embarca pasado mañana en New-York en el Labrador... Y nosotras iremos a esperarlo al Havre... Saldremos de aquí pasado mañana, llevando a los niños, a quienes sentará muy bien pasar unos diez días a orillas del mar... ¡Cuánto se alegrará mi cuñado al conoceros!... Al conoceros... pero, si ya os conoce, tanto le hablamos de vos en todas las cartas.

Vi en su casa á Juana Baud que estaba preparada para acompañarme á Londres, y obtuve de ella que fuese á reunirse conmigo el día siguiente en el Havre. Y en seguida me fuí á almorzar con Sorege, el único de mis amigos á quien podía confiar mis desdichas y mi viaje. Su sorpresa pareció muy grande al saber que había yo llegado á tales extremos.

»Cuando Manuel marchó al Havre para embarcarse, me rogó que recibiese cuantas cartas llegasen para él. «Casi todas me dijo serán de negocios; las abres y contestas según instrucciones que luego te daré.» Y después, enseñándome el sobre de una escrita por Felisa, añadió: «Las que tengan esta letra me las guardasCon posterioridad a su partida llegaron varias que conocí ser de ella, y las guardé: luego faltaron, y como hace tres días recibí la de V., y la letra del sobre en nada se parece a la de Felisa, claro está, la abrí y leí.

Como toda esta zona francesa de Normandfa y de Bretaña tiene su principal comercio con Inglaterra, y a no me convenían los aires de la pérfida Albión, tardé mucho en encontrar empleo, hasta que lo hallé en un almacén del Havre. Mi vida tenía un fin, un entusiasmo: había una mujer que pensaba en . Les escribía constantemente a ella y a Allen, y a éste le enviaba parte de mi sueldo.

El magnífico golfo del Sena, entre la Hève y Barfleur, alumbrado por faros amigos, abre el Havre á la América, recibiéndola directamente en el hogar, en el corazón de la Francia. El mismo Sena se adelanta hacia el mar para recoger las embarcaciones, iluminando con gran esmero todas las puntas de la Bretaña.

El Abate Havre presta un apoyo á esta suposición haciendo observar que en javanés kromo sakawan significa la voz cuatro y "un conjunto, un todo" encontrándose la misma coincidencia de sentido, con una voz diferente, en la lengua tahitiana en donde aha significa cuatro, multitud, conjunto, compañía. Esto viene á confirmar lo que he dicho en el artículo isa.

El capitán lo era, lo mismo que su camarilla o guardia negra, con quien se entendía en vascuence. Yo iba a formar parte de esta camarilla. No era raro, síno muy frecuente, que los armadores de barcos corsarios o negreros escogieran capitanes de puertos lejanos; así, los de Saint-Malô tomaban un capitán de Burdeos; los de aquí, uno del Havre o de Honfleur.

Marenval recordaba algunas protestas de Jacobo, que nadie había tenido en cuenta. Cuando Jacobo fué preso, estaba en el Havre y nunca pudo explicar claramente qué había ido á hacer allí. Nadie había comprendido tampoco por qué se detuvo veinticuatro horas en vez de tomar el vapor y salir para América. ¿Qué esperaba? La acusación decía: un cómplice. Pero ¿cuál?

No muchos, mi querido amigo, porque yo me voy dentro de ocho y no quiero dejarlo a usted a mi retaguardia. Su confianza de usted me encanta... ¡Pero, en fin, sea! me iré con el próximo vapor que sale del Havre... porque, francamente, no puedo hacer el viaje a nado... Vamos, ¿quiere usted que le mi palabra? No estaría de más. Está dada.

Palabra del Dia

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