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Actualizado: 8 de mayo de 2025
En el día de hoy me parece que estamos algo cansados y desengañados de la oratoria, y me parece también que, si versos han de escribirse siempre, la abundante cosecha que de ellos ha habido nos tiene fatigados, cuando no hartos, y no creo yo que los Juegos florales, que en muchos lugares se celebran a menudo, valgan para renovar la afición a la poesía, tan vehemente, por ejemplo, en la época del romanticismo, ni valgan tampoco para despertar en las almas una nueva inspiración poética, poderosa y brillante.
La suerte es que antes de llegar aquí tienen mucho en que cebarse, y cuando suban a estos barrios, ya estarán tan hartos, que... Continuó durante la noche la intranquilidad. Bringas y otros muchos vecinos no se acostaron o hicieron traer provisiones para muchos días. A cada instante temían verse acometidos por las turbas.
Hartos de apalear y perseguir á los de Lorío, no tardaron en llegar los zagales victoriosos de Entralgo y de Villoria lanzando gritos de triunfo. De nuevo se puebla el campo de romeros y por algún tiempo reina la misma animación. Los mozos vencedores, ebrios de alegría, quieren depositar su triunfo á los pies de las rapazas y les ofrecen sus monteras llenas de confites y avellanas tostadas.
Hubo hartos que ganaron el precio, porque con la golosina del dinero hacían mejor guardia. Todavía salieron de día á una trinchea que venía á la gruta, donde mataron algunos turcos. Los demás la desampararon. No pasaron adelante los nuestros por ser pocos.
¿Cómo se llama esta finca? ¿De quién es? repetí. Santa Clara.... Es de un tal Fernández.... murmuró el campesino, exclamando en seguida, sin dejar el jorongo: ¡Buena boyada! ¡Hartos pesos! Alzan aquí unas cosechas, amigo, unas cosechas... que... ¡vaya! Seguí entregado a la contemplación del paisaje.
Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melíflua, le oía el capítulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos parecían mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda, medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decían para su sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorio?» Pero el discurso no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas reflexiones nacían otras; como las aguas vivas de manantial abundante, las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador, que siempre había sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo era más todavía, de suerte que el aburrido auditorio tenía casi agotada la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su disgusto.
Todos ellos se disputan á porfía y metiendo una bulla espantosa la presa que yace en tierra . Auméntase entretanto el número por instantes con la llegada de otras bandadas que se presentan atraidas por esa ralea general; y cuando ya todos se encuentran hartos, el jabirú, sin abandonar el campo, se retira gravemente hácia un lado, miéntras que las garzas blancas y azules y otras aves de la misma familia, levantándose en tropel, van á posarse desparramadas sobre los bosques vecinos.
25 ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! Porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! Porque lamentaréis y lloraréis. 26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros! Porque así hacían sus padres a los falsos profetas. 27 Mas a vosotros los que oís, digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
En las Claverías ya estaban hartos de las rapacidades de aquel tío y los aires de gran señora que se daba la fea. Porque ellas fuesen pobres no iban a pasarse la vida temblando ante aquella pareja. ¡Dios sabe lo que harían el tío y la sobrina solos en su casa...! Un soplo de rebelión pasaba sobre aquel mundo adormecido. Era la influencia inconsciente de Gabriel.
Por asnos os envié yo, majadero, que no por regidores; pero volved y traeldos acá, por sí o por no, que quiero que se hallen presentes al pronunciar desta sentencia, que ha de ser, sin embargo, y no ha de quedar por falta de asnos; que, gracias sean dadas al cielo, hartos hay en este lugar, No le tendrá vuesa merced, señor alcalde, en el cielo replicó el mozo si pasa adelante con esa reguridad.
Palabra del Dia
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