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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Aspiro a conceder una limosna sin fin a este populacho hambriento, y corro el peligro de ser decapitado como instigador de rebeliones. Vengo a socorrer a un pueblo y la turba amotinada me apedrea.
¿No está usted loco? dijo con un sacudimiento interrogativo de todo su cuerpo. No. ¿Ni fastidiado? No. ¿Ni hambriento? No. ¿Ni pensando en ella? ¿En quién, Melisita? En aquella chica blanca. No. ¿Me da usted palabra? Sí. ¿Y por su sagrado honor? Sí. Entonces Melisa le dio un beso salvaje, saltó del árbol y se escapó volando.
Además, no estoy lejos de creer que Dios ha querido reducir á algunos de nosotros á una vida estrecha, para que este siglo grosero, material y hambriento de oro, tenga siempre bajo sus ojos, en nuestras personas, un género de mérito, de dignidad y de brillo en que el oro y la materia no entran para nada, que con nada pueda comprarse, y que no es posible venderse.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; 36 desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber?
Pero no le pasó por pensamiento A Delio que el exercito conduce, Satisfacer al misero hambriento. Primero á un jardin rico nos reduce, Donde el poder de la naturaleza, Y el de la industria mas campea y luce. Tuvieron los Hesperidas belleza Menor, no le igualaron los Pensiles En sitio, en hermosura y en grandeza.
Entonces tambien ellos le rešponderan diziendo, Señor, quando te vimos hambriento, ó šediento, ô huešped, ô dešnudo, ô enfermo, ô en la carcel, y no te šervimos? Entonces rešponderleshá, diziendo, De cierto os digo [que] en quanto no [lo] hezištes
Doña Guiomar estaba toda encendida e indignada, y le miraba fosca: como que aún la parecía sentir el apretón de unos brazos que la ceñían, y ver dos ojos que, como los de un lobo hambriento, la miraban.
Aprendiz siempre hambriento, dependiente después en una época en que los mayores sueldos eran de cincuenta «pesos» anuales, a fuerza de economías miserables consiguió emanciparse, y con ayuda de sus antiguos amos, que veían en él un legítimo aragonés capaz de convertir las piedras en dinero, fundó Las Tres Rosas, tiendecilla exigua que en diez años se agrandó hasta ser el establecimiento de ropas más popular de la plaza del Mercado.
Nada más contrario a la verdadera poesía que el hambriento, el mendigo, el tísico o el jorobado. Estas son impurezas de lo real, que ni en la poesía trágica ni en la cómica pueden hallar consuelo. Búsquese el consuelo en la caridad, y el remedio en la ciencia, hasta donde fuere posible.
Pero no me prestaría a hacerlo, ni ninguno de mis colegas tampoco. ¿Y por qué, queréis decirme? Porque mutilar a un hombre sano es un crimen, por muy estúpido que sea, o muy hambriento que se halle el paciente para consentir en ello. A la verdad, doctor, que confundís mis nociones relativas a lo justo y a lo injusto.
Palabra del Dia
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