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Actualizado: 10 de junio de 2025


44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna. 1 Y aconteció que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

Una vez en Manila, andrajoso y enfermo, fué de puerta en puerta ofreciendo sus servicios. ¡Un muchachito provinciano que no sabía una palabra de español y por encima enfermizo! ¡Desalentado, hambriento y triste recorría las calles llamando la atencion su miserable traje! ¡Cuántas veces no estuvo tentado de arrojarse á los piés de los caballos que pasaban como relámpagos, arrastrando coches relucientes de plata y barniz, para acabar de una vez con sus miserias!

La esperanza revolotea ante ellos, deslumbrándoles con el reflejo de sus escamas de oro, manteniéndoles en la miserable pasividad del hambriento que espera y confía sin saber ciertamente por donde llegarán la gloria y la riqueza.

Sentábase ante una suntuosa y bien servida mesa «llena de frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares»; pero entre la boca del infeliz y cada plato interponía su varilla el médico Pedro Rezio, diciendo: absit!, y retiraban el manjar, dejándole á Sancho más hambriento que nunca.

Con todo, el oso á veces huye, rehusa el combate, creyendo á su contrario más feroz y más hambriento que él. El hombre con hambre es terrible. Sin otra arma que una espina de pez, persigue al enorme animal; empero hubiera perecido cien veces á no tener otro alimento que ese compañero terrible. El poder vivir le costó un crimen.

Tras una dilatada excursión por provincias, Glatigny, siguiendo la opinión de varios amigos que le querían bien y el duro consejo de los públicos que le habían silbado, resolvióse á cambiar el teatro por la poesía, y marchó á la conquista de París. Iba solo, hambriento, sin recomendaciones ni otro equipaje que un manuscrito guardado en el bolsillo interior de su larga levita gris.

Entonces eché de ver cuánto se siente más el bien perdido y la diferencia que hace del hambriento el harto; todos los trabajos comiendo se pasan; donde la comida falta, no hay bien que llegue ni mal que no sobre, gusto que dure ni contento que asista; todos riñen sin saber por qué, ninguno tiene culpa, unos a otros se la ponen, todos trazan y son quimeristas, todo es entonces gobierno y filosofía.

Sobre esta sopa que los invasores repartían públicamente, cayó el pueblo hambriento, siendo lastimoso, á decir de un contemporáneo, el cuadro que ofrecían los puntos donde se hacía la distribución, pues á más de dar clara prueba del infinito número de gente que vivía en la miseria, demostraba á qué menguada situación habían venido familias antes acomodadas, y á quienes se veía entonces acudir con sus pucheros á recoger aquel socorro.

Feli habló luego con tristeza de las dudas que le habían atormentado. Isidro estaba demasiado alto para que descendiese hasta ella, pobre muchacha hija de un dañador que vivía entre la gente miserable de la busca. Cada vez que llegaba con palidez de hambriento, buscando los almuerzos y las meriendas del Mosco, experimentaba ella una alegría.

Taylor, que varias veces nos acusa de crueles, es cruelísimo con el pueblo español cuando le compara á un hidalgo empobrecido y casi hambriento, que lleno de vanidad y por seguir alternando con otros hidalgos ricos, es manirroto y despilfarrado, gasta más de lo que tiene y va derecho á la más espantosa ruina. Pues qué, ¿entiende el Sr.

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