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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Sentóse en la cama, y estuvo atento y escuchando, por ver si daba en la cuenta de lo que podía ser la causa de tan grande alboroto; pero no sólo no lo supo, pero, añadiéndose al ruido de voces y campanas el de infinitas trompetas y atambores, quedó más confuso y lleno de temor y espanto; y, levantándose en pie, se puso unas chinelas, por la humedad del suelo, y, sin ponerse sobrerropa de levantar, ni cosa que se pareciese, salió a la puerta de su aposento, a tiempo cuando vio venir por unos corredores más de veinte personas con hachas encendidas en las manos y con las espadas desenvainadas, gritando todos a grandes voces: ¡Arma, arma, señor gobernador, arma!; que han entrado infinitos enemigos en la ínsula, y somos perdidos si vuestra industria y valor no nos socorre.
Las piezas de armadura para los hombres de armas y la mayor parte de las espadas, hachas y lanzas aguardaban á los soldados de Morel en Burdeos, donde podían procurarse mejores y mucho menos costosas que en Inglaterra; mas no así los grandes arcos de combate, en cuyo material y buena construcción los armeros ingleses superaban á todos los demás.
El queriendo mirar, ella tomándole de las ropas, del hombro, de la garganta, y diciéndole al oído, quedo, muy quedo: «¡No, no!», desesperadamente. Ya entraban por la otra puerta que acababa de abrirse algunos hombres con hachas encendidas, cuando su amada le puso la mano sobre los ojos.
»Alborotáronse todos con el desmayo de Luscinda, y, desabrochándole su madre el pecho para que le diese el aire, se descubrió en él un papel cerrado, que don Fernando tomó luego y se le puso a leer a la luz de una de las hachas; y, en acabando de leerle, se sentó en una silla y se puso la mano en la mejilla, con muestras de hombre muy pensativo, sin acudir a los remedios que a su esposa se hacían para que del desmayo volviese.
Detuviéronse aquí los Padres tres días esperando á los neófitos que habían despachado á reconocer el nuevo camino; de aquí prosiguieron su viaje, aunque bañados de sudor, siendo necesario abrir camino con hachas y picos por una espesísima selva, hasta que entraron en una campaña de bellísima vista, enfrente de la cual estaba la laguna Mamoré, á donde se encaminaban.
Para idea de las armas portátiles se han dispuesto en la Cámara y en la batería panoplias compuestas de corazas, capacetes, espadas, lanzas, picas, hachas de armas y de abordaje, adargas, ballestas, bolsas con virotes, obras de balas, frascos de pólvora y espingardas.
Un techo de pino acasetonado, con altos relieves en sus vanos, sostenido sobre un ancho friso de la escuela de Berruguete, así como una escalera de mármol con rica balaustrada del género gótico florido, parecían demandar otras paredes y otro pavimento, menos pobres, menos rudos; un enorme farol colgado del centro del techo, otro farol más pequeño pendiente de un pescante de hierro y que compartía su luz entre un nicho en que había un Ecce-homo de madera, de no mala ejecución, y un enorme escudo de armas tallado y pintado en madera; seis hachas de cera, sujetas á ambos lados en la balaustrada de la escalera, y otro farol pendiente del centro del techo de la escalera al fondo, eran las luces que iluminaban el zaguán, y dejaban ver las gentes que en él había.
Además de los gigantes y danzas, irían doce niños con las hachas delante del guión y la música de la Catedral, conviniendo las partes otorgantes en que el gasto que causasen los dos ministríles que acompañarían los pasos, según la primera escritura, se convertiría en mayor cantidad de fuegos artificiales que se quemarían durante la procesión.
Dichas hachas ardían en blandones de bronce que se llevaron del famoso Colegio de Santo Tomás.
Cuando pasó la ronda fue otra cosa; las hachas de los acólitos dejaron a Anita ver a una claridad temblona y amarillenta la figura arrogante del Magistral al mismo tiempo que la esbelta y graciosa de don Álvaro, que con los ojos medio cerrados, semi-dormido, con la cabeza inclinada, y cogido a la verja que separaba las capillas, parecía atender a los oficios divinos con el recogimiento propio de un sincero cristiano.
Palabra del Dia
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