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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Es que yo sé hacerme respetar. Pues conmigo no tienes necesidad de eso. Cristeta sostenía el diálogo con dificultad: sus frases eran diversas de sus pensamientos y contrarias a sus deseos; semejaba un sofista ansioso de dejarse convencer.
Yo también, como el pescador de la leyenda, veo la maravillosa sirena hacerme señas con el dedo, me siento atraído por su mirada que fascina y oigo resonar el eco de su canto pérfido y melodioso, «¡Ah! ven, ven conmigo y seremos felices.» A veces me siento envidioso del joven que cede al llamamiento de la sinuosa ondina, cuya flotante cabellera va á mezclarse con las del verde limo.
Me mataré sin hacerme daño. El testamento demostrará que no tengo apego al dinero; el puñal, que tampoco se lo tengo a la vida, pero no me mataré hasta el momento en que vaya a abrir la puerta. Le Tas encontró la invención excelente, aunque no fuese precisamente nueva.
Entonces el rey dijo para sí: Si este hombre puede hacerme un palacio tan magnífico, puede hacer lo mismo para otro rey. Yo no quiero que otro rey tenga un palacio tan bueno, tan magnífico, como el mío. 10 ¿Qué haré? Un día convidó a comer al arquitecto famoso y le preguntó si podría hacer otro palacio como el que había concluido. El arquitecto contestó que sí.
Si un señor me invitase un día a jugar una partida de ajedrez, por muy obligado que yo le estuviera, no le complacería. Le demostraría que no sé jugar al ajedrez, y el señor en cuestión tendría que renunciar a la partida proyectada. Si el mismo señor pretendiese otro día hacerme ejecutar al piano la Marcha fúnebre de Chopin, tampoco me sería fácil complacerle.
¿Qué significa eso de tutear a su madre, señor renacuajo? dijo el general . No se dice así; se dice: «Madre, ¿quiere usted hacerme el favor de darme un bizcocho?» El niño se echó a llorar, al oír la voz áspera de su tío. La madre le dio un bizcocho a hurtadillas y sin que el general lo viese. Es tan chico observó la marquesa que todavía no sabe distinguir entre el tú y el usted.
A las doce y media pude sacar la embarcacion, y volví á hacerme á la vela: las dos y cuarto de la tarde volví á varar, y tan de firme que no fué posible poder sacar el bergantin. Inmediatamente bajé á ella, y la atravesé hasta la parte opuesta que tiene media legua de ancho, y me parece que con tiempos fuertes se anega toda.
«Sin embargo, ó Dios mio, vos habeis hecho algo fuera de vos; porque yo no soy vos, y disto infinitamente de serlo. ¿Cuándo pues me habeis hecho? ¿es que no erais antes de hacerme? pero qué digo! héme aquí recayendo en mi ilusion, y en las cuestiones de tiempo. Hablo de vos como de mí, ó de algun otro ser pasagero, al que pudiese medir conmigo.
Puesto que dejan a mi elección el lugar del destierro se dijo, lo elegiré donde pueda encontrar alguna gloria. Iré donde hay peligro que correr y honor que alcanzar. Me haré matar o lograré distinguirme en la campaña. Y cuando regrese con una bandera, veremos si aun hay quien todavía insista en hacerme vestir la sotana y echar bendiciones a los fieles.
Oye, querido tornó á decir con resolución al cabo de un rato. Me voy en busca de ellos. ¿Quieres hacerme el favor de acompañarme? Una ola de vergüenza subió á las mejillas del caballero de Medina. ¿Yo?... ¿Qué dices?... No te apures, hijo manifestó la joven observando su turbación. Te lo he pedido porque, como dudo que Velázquez me defienda, es fácil que entre todos ellos me maten.
Palabra del Dia
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