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Actualizado: 1 de julio de 2025
Trabajaba don Fermín en su despacho, envueltos los pies en el mantón viejo de su madre; escribía a la luz blanquecina y monótona de la mañana nublada. Un ruido le distrajo, levantó los ojos y vio en medio del umbral a doña Paula, pálida, más pálida que solía. ¿Qué hay, madre? Está ahí esa Petra, la de Quintanar, que quiere hablarte. ¡Hablarme!... ¿tan temprano? ¿qué hora es?
19 Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte este evangelio. 20 Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creiste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. 21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se maravillaban de que él se detuviese en el Templo.
Acudió a la llamada enérgica de Leto, el cual le dijo: La señorita desea hablarte: baja. Y bajó al fondo del pozo.
Me acuerdo... tenías que hablarme... Habla cuanto quieras. Estaba tan borracho, que se le cerraban los ojos y su voz gangueaba como la de un viejo. Fermín miró al Chivo que, como de costumbre, se había sentado al lado de su protector. Tengo que hablarte, Luis, pero es de algo muy delicado... Sin testigos. ¿Lo dices por el Chivo? exclamó Dupont abriendo los ojos.
PANTOJA. Lázaro Yuste, sí... Al nombrarle, tengo que asociar su triste memoria a la de una persona que no existe... muy querida para ti... PANTOJA. Persona que no existe, muy querida para ti. Mi madre! PANTOJA. Han llegado los días del perdón. Perdonemos. No la nombran más que para deshonrarla. PANTOJA. ¡Oh, triste de mí!... No debí, no, no debí hablarte de esto.
Hasta que el diálogo tomó otro giro, estuvo como una estatua, fijos en Miquis los ojos: «Oyes. ¿Sabes que te me estás pareciendo a la pantera del Retiro? ¿Por qué me miras así y no dices nada? Pues bien: mi suegro, que es notario de la casa de Aransis, vendrá a hablarte; te anuncio esa grata visita.
Y lo pensaba... y lo pienso aún... Nadie la conoce aquí como yo, pues yo sólo la veo en casa de los pobres. Si la vieras en nuestras visitas por la mañana ¡cuán cariñosa y valiente es! Ni la miseria, ni el sufrimiento la desaniman... Pero hago mal en hablarte de esto... No, no, no quiero volver a verla, pero no me niego a oír hablar de ella.
Pues señor dijo para sí el cocinero mayor, deteniéndose de repente , ello es preciso. Y luego dijo alto: ¡Luisa! ¿Qué quieres? contestó la joven. Tengo que hablarte á solas de un asunto muy importante. Púsose levemente pálida Luisa. Vete Inés, hija mía dijo á la niña. Inesita se levantó, miró con cuidado á su padre, y dijo para sí saliendo: Me quedaré tras de la puerta, y escucharé lo que hablen.
Eran amigos, y quería saber por ellos lo que hablaban en los ranchos de la reunión del día siguiente. Al quedar solos los dos hermanos, cruzaron sus miradas en medio de un silencio embarazoso. Tengo que hablarte, Mariquita dijo al fin el muchacho con resolución. Pues empieza cuando quieras, Fermín contestó ella con acento tranquilo. Ya adiviné al verte que por algo venías. No: aquí no.
Es la experiencia, la razón, que me aconsejan hablarte así, por más pesar que sienta de perder tal nuera. Y si yo me conformase con su opinión ¿qué sería necesario hacer, según usted, puesto que usted conviene en que no es honrado alegar un motivo tan ruín como el de la cuestión de dinero? Es un gran auxiliar, le tengo gran confianza.
Palabra del Dia
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