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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Mario notó, al poner el pie dentro, el perfume de placidez y candor que exhalaba y sintiose poseído de respeto. Sin embargo, en el fondo de la estancia no había ningún ángel en oración o virgen en éxtasis, sino dos hombres tomando café al pie de un velador y saboreando copitas de ron. D. Jeremías Laguardia, muellemente recostado en una mecedora, chupaba un tabaco habano de tamaño disforme.
Ella sólo gustaba de los cigarrillos orientales... Y como persistiese el acre olor del cigarro habano, jugoso y bravío, rebuscó en su maletín de aseo, derramando sobre la cama el fondo de varios frascos de esencia largo tiempo olvidados. Una repentina inquietud amargó su espera. La que iba á llegar ignoraba tal vez cuál era su habitación.
Gallardo estaba en un sofá, chupando el magnífico habano que le había ofrecido un criado. Doña Sol fumaba uno de aquellos cigarrillos cuyo perfume la sumía en vaga somnolencia. Pesaba sobre el torero la torpeza de la digestión, cerrando su boca y no permitiéndole otro signo de vida que una sonrisa de estúpida fijeza.
El hotel mismo de las «Tres-Coronas» en que nos alojamos, extiende sus terrazas elegantes hasta el lago, repletas de flores y arbustos, entre otros el naranjo, el jazmin y el habano de hojas lanceoladas, plantas que crecen al aire libre y en plena tierra, como en los climas meridionales.
Anímate, hombre, y prueba un bocadito; si te digo que mi cocinero es de primera, ¿qué tal? ¿me doy yo la gran vida o no? ¡ya ves cómo me regalo el estómago, y esto es de todos los días, que, para mí son siempre de fiesta, ¡pavo y pasteles! cuántos, de casa propia, no lo catarán hace siglos; ayer tuve pollo, y anteayer también, y un habano, de postre, enterito, ¿eh?...
No, señor; no, señor contestó Máximo desliendo el azúcar con la cucharilla y echando ron en el café . Si se presentan dificultades, estamos aquí.... Tú, Sabel: una copita pequeña. En la copita pequeña escanció también ron, que paladeó mientras el café se enfriaba. El marqués le tendió la petaca llena. Muchas gracias... pronunció el médico encendiendo un habano . Por ahora estamos a ver venir.
Se resignó al enterarse de que el vigoroso príncipe sufría náuseas cada vez que intentaba saborear esta depravación asiática. Y mientras él encendía un habano, Alicia sacó de una caja de plata los cigarrillos que fumaba en presencia de los «no iniciados»: tabaco oriental, pero bien rociado de opio.
Iba caminando lentamente por la de las Infantas, meditando sobre el plan de la noche o sea el modo de pasarla más divertido, y saboreando un buen cigarro habano, cuando de pronto ¡zas! recibo un fuerte golpe en la cabeza que me hace vacilar; el flamante sombrero de copa fue rodando por un lado y el cigarro por otro.
Pues, sepa usted, mocito, lo que no sabe me dijo; y tomándome confidencialmente del brazo, me llevó a su cuarto, me hizo sentar y me refirió lo siguiente, después de haber encendido un cigarro habano: Don Eleazar de la Cueva, como usted sabe, trae revuelta la Bolsa desde hace tres meses.
Chupó en silencio y con placer su cigarro habano, cerró los ojos, como para mirar el pasado, y prosiguió: Ríase usted de la caza, de la música, de los viajes, de todos los placeres en general. Los he gustado todos. No valen la pena de molestarse.
Palabra del Dia
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