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Actualizado: 17 de junio de 2025
Sin embargo, el joven oficial de húsares, no dándose por vencido después del primer fracaso, se había aproximado al grupo que formaban Herminia, Roussel y Mauricio y, alegremente, pedía indemnizaciones; por lo menos la primera contradanza, puesto que Mauricio debía abrir el baile con la señorita Guichard.
¿Y no os ha dicho por qué os quiere de una manera tan sorprendente, ni quién pueda haberla mandado para consolaros o defenderos? ¡Ah, Federico! Marta cuenta a ese respecto cosas extrañas. ¿Sabéis quién la ha enviado a mí? Un hombre que hace cerca de veinte años que está en el cielo. Un héroe, un oficial de húsares, condecorado con la cruz de honor. ¡Un oficial de húsares! exclamó el joven.
Sí, un oficial de húsares, que me quería antes que yo naciese. ¡Ah! ahí está el secreto, seguid hablando, Elena. Pues bien, fué él quien la mandó hacia aquí; y cuando Marta ruega por mí se le aparece a menudo, y siempre le ordena que me quiera mucho. Es singular, no lo comprendo, pero es cierto, porque lo dice Marta, y lo que ella dice... Una grosera carcajada vino a interrumpirles.
Por un amigo de la casa hemos sabido que antes que el peinado de canastillo impresionara tan enérgicamente al joven Duque, había indicios para creer que á Salomé no le era del todo indiferente un teniente de húsares del Rey, que medía la calle del Sacramento lo menos cien veces al día.
Un oficial de Húsares de la Muerte sonreía en el retrato, contrayendo su perfil enjuto y curvo de pájaro de pelea bajo el gorro adornado con un cráneo y dos fémurs. Mi mejor amigo dijo con voz algo temblorosa . El ser que más amo en el mundo... ¡Y pensar que tal vez se bate en estos momentos y pueden matarlo!... ¡Pensar que yo también puedo morir!...
Otros soldados, los de caballería ulanos, cosacos, húsares, con uniformes verdes, grises, azules, galoneados de rojo y amarillo; con morriones de hule y piel de carnero, quepis y gorros desmesurados , ensillaban los caballos y liaban los capotes apresuradamente.
Como la pequeña Elena estaba casi muerta, partió al día siguiente con una sirvienta y la niña. Pero en casa de la campesina, ya encontré el sitio ocupado por otra criatura. ¡La hija del oficial de húsares! suspiró Marta con voz casi ininteligible. Sí, de su viuda, porque al día siguiente, supe que su padre había muerto.
Bien sabes que os profeso una antigua afección ... En resumen, la adopción de Herminia ha destruído las esperanzas que tu hijo podía abrigar respecto de mi herencia, y hace mucho tiempo que he resuelto reparar este perjuicio que os causaba. En mi testamento he asegurado doscientos mil francos á tu oficial de húsares ... Esto le consolará ...
Vais a reconocer que el escándalo os sería desfavorable. En fin, ¿qué es lo que tenéis que decirme? dijo la condesa trémula de despecho. Señora, la niña nacida de vuestro matrimonio con el conde de Bruinsteen ya no existe, murió en 10 de febrero de 1816. Mediante una culpable substitución, fué traída a vuestra casa la hija de un oficial de húsares que se llamaba Héctor Hagens.
Los regimientos de infantería que Desnoyers había visto en Berlín reflejando la luz en metales y correajes, los húsares lujosos y terroríficos, los coraceros de albo uniforme semejantes á los paladines del Santo Graal, los artilleros con el pecho regleteado de fajas blancas, todos los militares que en los desfiles arrancaban suspiros de admiración á los Hartrott, aparecían ahora unificados y confundidos por la monotonía del color, todos de verde mostaza, como lagartos empolvados que en su arrastre buscan confundirse con el suelo.
Palabra del Dia
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