Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
El señor José era escuchado en silencio por Maltrana. Al albañil gustábale hablar con hombres de estudios que supieran distinguir. Aunque él fuese hijo de la Isidra, su educación convertíalo en hombre superior, casi en uno de aquellos seres que el antiguo guardia civil veneraba como pastores de la humanidad, designados por un poder misterioso que él no se tomaba el trabajo de conocer.
El pobre Manuel no acertaba con la explicación de lo que entre ambos ocurría. Felisa era elegantísima; gustábale todo lo artístico y lujoso, pero no pecaba de manirrota ni derrochadora. Según ella, con lo que habían de reunir al casarse, tendrían más de lo necesario: no había, pues, que atribuir a codicia el origen de aquella resistencia.
Por las noches lo dormía sobre sus rodillas, cantándole los viejos zortzicos de los barqueros del Nervión ó relatándole patrañas que el pobre hombre apreciaba como lo más indiscutible de la sabiduría histórica. Gustábale especialmente relatar el origen de Bilbao.
La Ortolani era un portento. ¡Qué berceuse aquella: Si carina, carprettina!... El tío Frasquito no estaba conforme: gustábale más la romanza L'incantator della montagna, y estábala ensayando en la flauta, sin cuidarse para nada del percance del rey Midas, que desde mucho tiempo antes le tenía pronosticado Diógenes.
Gustábale calzarse en el pie derecho el grueso escobillón, y arrastrando el paño con el izquierdo, andar de un lado para otro en la vasta pieza, con paso de baile o de patinación, puesta la mano en la cintura y ejercitando en grata gimnasia todos los músculos hasta sudar copiosamente, ponerse la cara como un pavo y sentir unos dulcísimos retozos de alegría por todo el cuerpo.
Gustábale, sí, cuando alguna fiesta o funeral le reunía con sus compañeros, mostrar erudición y excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposición; pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran moralistas, esto es, ninguno había estudiado la carrera lata de teología más que él. Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa.
Cansado de la charla de las mujeres asomadas a las puertas de las Claverías, subía a la habitación del campanero, su antiguo camarada de armas, o descendía al jardín por la monumental escalera de Tenorio cuando estaba abierta o por el arco del Arzobispo atravesando la calle. Gustábale pasar una hora entre los árboles.
A la luz de la palmatoria que sobre la mesilla de noche ardía púsose a leer, según su costumbre, una novela del vizconde d'Arlincourt, para conciliar el sueño. Gustábale el género romántico, y pasábansele a veces las noches de claro en claro, cual si tuviese quince años, compadeciendo los dolores de alguna Clarisa o participando de las ternezas de algún Adolfo.
Era, sin duda, objeto, de parte de miss Percival, de atenciones y favores especiales; gustábale a ella hablar larga, muy largamente a solas con él... mas ¿cuál era el eterno, el inagotable tema de estas conversaciones? ¿Juan, aún Juan, y siempre Juan? Pablo era ligero, disipado, frívolo, pero volvíase serio apenas se trataba de Juan; sabía apreciarlo, sabía amarlo.
No le importaba que le costase caro el viaje a Citerea; pero sentía repugnancia invencible a pagarlo al contado, como si besos y caricias fuesen guantes y corbatas: gustábale, por el contrario, dejar espacio entre el placer y la remuneración para poetizar y envolver en voluntarias ilusiones lo prosaico de la realidad, prefiriendo gastarse muchos centenares en un regalo a dejar unos pocos sobre una mesa de noche o dentro de un sortijero.
Palabra del Dia
Otros Mirando