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Actualizado: 21 de junio de 2025
Leonido desembarca con su compañero; deja su escudo y su armadura cerca de una caverna de la ribera, y sale en busca de guarida. Marfisa, vestida de pieles, sale á su vez de la caverna; ve las armas, y experimenta un sentimiento vago y agradable; pero el viejo encantador Argante la arrastra á la fuerza á la gruta.
En el fondo reposan la enorme serpiente enroscada al pié del peñasco, en medio de la hojarasca; el terrible león dormido á la entrada de su gruta sombría; la pantera lamiendo tranquilamente á sus cachorros, con la voluptuosidad del calor de aquel clima de fuego, a la sombra del árbol indostánico.
Nosotros, Zelayeta, Recalde y yo, encontramos en una un gran cañón de bronce; pero hicimos los tres juramento de no comunicar a nadie nuestro hallazgo. Un poco más lejos, antes de la primera presa, había poéticos rincones llenos de espadañas y de saúcos, y una pequeña gruta por donde brotaba un manantial. Al volver de nuestras expediciones, a Shacu se le había pasado la rabieta.
Cuando volvían de la excursión de caza ó de la batalla, se regocijaban oyendo el murmullo del arroyo y el acompasado y monótono ritmo de las gotas que caían; lo mismo que el leñador al volver á su cabaña, miraban con piedad nuestros primeros padres los pilares de la gruta bajo los cuales descansaban sus mujeres y en donde habían nacido sus hijos.
El artista aprecia con los ojos del alma las más sublimes imágenes y sueña con la realización de su ideal, viendo surgir de las tornasoladas espumas los rayos de luz que iluminaron la mente de Murillo y Rafael; las columnas monolíticas, imperecederas memorias de edades prehistóricas; las atrevidas afiligranadas ojivas moriscas, síntesis de la mas grande de las epopeyas; las medrosas siluetas de las esfinges faraónicas con sus impenetrables jeroglíficos; los derruídos circos romanos, compendio de la salvaje barbarie, al par que del sibaritismo de los antiguos imperios; los truncados altares druídicos con los tiernos recuerdos de sus vestales, y lo horrible de sus sacrificios; los almenados cubos de las feudales torres, con sus severas damas, sus tiernos trovadores, sus rientes bufones, sus turbulentos caballeros; la estalactítica gruta, débil remedo del sumo poder; el triunfo, el genio, la gloria, las aspiraciones, la esperanza, el amor, las titánicas empresas; todo, todo cuanto embellece la vida desfila ante el letárgico estupor á que predispone la contemplación de todo lo grande..
Esa misma noche, al encender el candil que llevaba consigo, y al ir a acostarse sobre un montón de hojarasca, hacia el fondo de la gruta, hallose con el cuerpo momificado de un viejo anacoreta, que apretaba todavía entre sus manos resecas las cuentas del rosario.
En la misma mágica gruta donde Apeles consigue este don, y en el momento en que le consigue, aparece una virgen cristiana, la cual, impulsada por una voz intima, va á Palmira á predicar el Evangelio. Sedienta de martirio, le predica con generosa imprudencia, insulta á los dioses gentiles, irrita á la plebe, y la plebe la mata en medio de las calles, á pesar de que Apeles la defiende.
Hubo hartos que ganaron el precio, porque con la golosina del dinero hacían mejor guardia. Todavía salieron de día á una trinchea que venía á la gruta, donde mataron algunos turcos. Los demás la desampararon. No pasaron adelante los nuestros por ser pocos.
Penetraba solo en el interior de los bosques, bajo la sombra misteriosa de las encinas; se aproximaba confiadamente á la gruta sagrada y con su sola presencia, al agua pura de la cascada, con su ropaje bordado de espuma y el flotante velo de vapor, irisado, adquiría la forma de una mujer hermosa y le sonreía con amor.
Sin embargo, la gruta se ramifica hasta el infinito en las profundidades del monte. A derecha é izquierda se abren, como bocas de monstruo, las negras avenidas de las galerías laterales.
Palabra del Dia
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