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Actualizado: 21 de junio de 2025


No pocos días se pasaron en tan importantes asuntos, y si bien Morsamor se empleaba en ellos, lejos de mostrarse comunicativo y alegre, andaba triste y silencioso, esquivaba el trato y la conversación de todos, hasta del fiel Tiburcio, y para reposar de sus afanes gustaba de ir a escondese en cierta pintoresca gruta que había entre los peñascos de un cerro y desde la cual se oteaba el mar azul y se descubría muy extenso horizonte.

Deste día hicieron principio de pasarse muchos á los turcos, y vinieron tantos á desvergonzarse tanto en la ida, que se habían huído más de 500 y muertos otros tantos y más de sed, porque los que no tenían ración, y algunos que no les bastaba dos cuartuchos de agua que daban, iban á beber á una gruta de una agua salada que había en ella, que mató á todos los que la bebieron.

Su voz es chillona, atropellada, inaguantable; así como la de la conciencia es grave, reposada, convincente; y lo que dice no tiene refutación. Ahora parece que llora.... Se va poquito a poco perdiendo la voz dijo la Nela, atenta a lo que oía. De pronto salió por la gruta una ligera ráfaga de aire.

Al despertar, bien entrada la mañana, corrió á los jardines de la gruta... ¡Las horas de espera temblorosa é inútil, creyendo reconocer á Margarita en toda dama blanca que avanzaba guiando á un herido! Por la tarde, después de un almuerzo cuyos platos desfilaron intactos, volvió al jardín en busca de ella. Al reconocerla dando el brazo al oficial ciego, experimentó una sensación de desaliento.

Después del armada, éste se puede alabar que sirvió extremadamente bien, aunque no tenía allí su compañía. Daba cada día cinco ó seis vueltas al fuerte, lo que no hacía Capitán ni Oficial ninguno. A los 19 acometieron dar asalto por todas partes y cargaron á la parte de la gruta y ganáronla. Perdióse en ella el Alférez Juan Pérez de Vargas con siete soldados.

Recalde persistió en sus tentativas, y llegó a impedir que siguiera inundándose el bote. Estábamos a unos doscientos metros de la gruta de Izarra. Habrá que ir directamente a la cueva dije yo. ¡A la cueva! ¿Para qué? preguntó Recalde, sobresaltado. No habrá más remedio. Si no se nos va a abrir el Cachalote antes de llegar a la punta del Faro. , es verdad; vamos.

La famosa gruta de Palta-Cueva, colocada entre dos crestas que era preciso traspasar, manifiesta bastante, por las osamentas de mulas que se ven por todas partes en sus alrededores, lo peligroso que es el detenerse en ellos; peligro difícil de evitarse por lo muy largo del tránsito y por lo escabroso del camino.

Sin embargo, fue preciso, al fin, porque se llegaba la hora de confortar los estómagos. Isabel había dejado a Villa y tenía abrazada a Gloria por la cintura. Ambas fueron quedando rezagadas a la salida. Cuando iba a transponer la puerta, Isabel me llamó: Oiga usted una palabrita Sanjurjo. Al mismo tiempo se retiró hacia el fondo de la gruta, arrastrando a Gloria.

El estanque ó lago llena la gruta y se dilata buen espacio fuera de ella, reflejando el cielo en su cristal. Á derecha y á izquierda hay dos acequias, por donde el agua corre, dividiéndose después en infinitos arroyuelos, y yendo á regar las mil y quinientas huertas que hacen del término de aquella pequeña ciudad un verde y florido paraíso.

Mis pies, estaban dentro del agua; el aire era frío y húmedo; la roca estaba cubierta de una especie de pasta resbaladiza de arcilla diluída; una sombra siniestra me rodeaba y un resplandor tibio, vago reflejo de la luz del día, me revelaba solamente algunas formas indecisas y una gruta llena de arrogantes protuberancias.

Palabra del Dia

rigoleto

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