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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Desde una hora antes pasaban por el aire pavorosos rugidos envueltos en vapores amarillentos, jirones de nube que parecían llevar en su interior una rueda chirríando con frenético volteo. Eran los proyectiles de la artillería gruesa germánica, que tiraba á varios kilómetros, enviando sus disparos por encima del castillo. No podía ser esto lo que interesaba á los oficiales.

Era un hombre simpático, no muy limpio, de barba inculta, la nariz muy gruesa, personalidad negligente, terminada por arriba en una caballera de matorral, que debía de tener muy poco trato con los peines, y por abajo en anchas y muy usadas pantuflas de pana, que iba arrastrando por los ladrillos de la rebotica y laboratorio.

Baldomero levantó en alto el rebenque de gruesa y ancha lonja, diciendo al pilluelo: ¡Salí de aquí, muchacho!

Pero describámosla. Era una mujer como de sesenta años, ó por mejor decir, una pelota con pies, cabeza y brazos: morena, encendida y basta, con la nariz gruesa, los labios gruesos, los ojos pequeños y colorados, el izquierdo bizco, y los escasos cabellos, rubios entrecanos.

Y, para no permanecer inactiva hasta que el café hubiera pasado, tomó el tejido de gruesa lana que en su condición de «Presidenta de la Asociación de las mujeres» y de «Directora de la comisión de los pobresno se permitía jamás abandonar, y con una rapidez inaudita hizo deslizar las agujas brillantes en sus manos huesosas y habituadas al trabajo.

El pudor, la candidez, la inocencia, todas esas prendas, que los hombres estimamos mucho, forman no ya un velo tupido, sino una muralla alta y gruesa, que sirve de reparo al corazón para que no se descubra ni se lea lo que en él importa leer. De aquí el engaño que padecen con frecuencia los hombres más despejados; engaño que no ven sino cuando ya no tiene remedio: después que se casan.

Luego se llevó los gemelos á los ojos, siguiendo la dirección de una de las líneas rojas, y vió agrandarse en el redondel de la lente una barra negra, algo semejante á una línea gruesa de tinta: el bosque, el refugio de los enemigos. Cuando usted lo disponga, señor senador, empezaremos dijo el comandante, llegando al último extremo de la cortesía . ¿Está usted pronto?...

Leña, como algarrobo y otras calidades, toda madera recia, bastante gruesa, pero baja, hay en todas partes y bastante: la mayor y mejor está por la banda del E. Pastos hay muy buenos, y fuertes para el ganado, con bastante abundancia.

Su hermana era una dueña quintañona, gruesa y muy pequeña, con la nariz del tamaño de una almendra y del color de un tomate, abultadísimo el pecho, y el talle y las caderas tan voluminosas que le daban el aspecto de un barril. Se habían conocido en el locutorio de las Góngoras, en cuyo convento existía una monja perteneciente al linaje de los Entrambasaguas.

Feijoo le cogió la barbilla entre sus dedos, diciéndole con cariño: «¿Verdad, chulita, que tengo razón? ¿Verdad que ?... ¡Ay, qué será de ti, chulita, cuando yo me muera!... ¿Y en lo que me queda de vida, si esta se prolonga y voy más para abajo todavía...? Hay que preverlo todo, compañera. ¡Me ha entrado un desasosiego...! ¡Qué gruesa estás y qué hermosota, y yo... yo... concluido, absolutamente concluido!

Palabra del Dia

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