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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Pero ¡ay, Rafaelito! eso es el exterior, la fachada, y con unos cuantos inviernos que lluevan sobre ella quedará despintada y llena de grietas. Pero interiormente créame usted, soy una ruina. Con tantas fiestas y alborotos los tabiques se caen, los pisos se bambolean. He corrido muy aprisa; me he quemado las alas por arrojarme de cabeza en la llama de la vida. ¿Sabe usted lo que soy?

Tenía por mundo aquellas cuatro paredes, de un triste blanco de hueso, cuyas grietas y desconchaduras se sabía de memoria; su sol era el alto ventanillo cruzado por hierros que cortaban la azul mancha del cielo; y del suelo de ocho pasos apenas si era suya la mitad, por culpa de aquella cadena escandalosa y chillona, cuya argolla, incrustándosele en el tobillo, había llegado casi a amalgamarse con su carne.

Lo de saltar la tapia ofreció algunas dificultades; pero una noche, por la parte de fuera en la solitaria calleja de Traslacerca, el Tenorio preparó removiendo piedras y quitando cal, dos o tres estribos muy disimulados en el muro, hacia la esquina; hizo también con disimulo fingidas grietas o resquicios que le permitieron apoyarse y ayudar la ascensión, y quedó así vencido el principal obstáculo.

Aún andamos a pleito por unas pesetas que no quiero dar... Pero fíjate, galán, que la cosa lo merece. Y Maltrana tenía que mirar a la luz de la vela la alta cama de forma antigua, toda ella dorada, pero tan vieja, que en algunos sitios mostrábase el metal descascarillado y sin brillo, y en otros estaba verde, revelando su permanencia en olvidados desvanes, bajo grietas que filtraban la lluvia.

Febrer llegó a casa de «la Papisa»: un zaguán semejante al suyo, aunque más cuidado, más limpio, sin hierbas en el pavimento, sin grietas ni desconchaduras en las paredes, con una pulcritud monacal. Arriba le abrió la puerta una criadita pálida, vestida con el hábito azul de una cofradía y cordón blanco. Esta muchacha no pudo reprimir un gesto de sorpresa al reconocer a Jaime.

Tanto valdría llamar ojos de la tierra a las grietas que produce un volcán. Es el primer instrumento adherido siempre a los demás instrumentos. El hombre-líquido fluye, corre, varía de posición; vuela a ocupar el vacío, tiene ya mayor grado de calórico; serpentea de continuo encima del hombre-sólido, y le moja, le gasta, le corroe, le arrastra, le vuelca, le ahoga.

El suelo alrededor del edificio que acabo de describir que una vez por todas llamaré la Aduana del Puerto tiene las grietas llenas de hierbas tan altas y en tal abundancia, que bien á las claras demuestra que en los últimos tiempos no se ha visto muy favorecido con la numerosa presencia de hombres de negocios.

Cuando uno se colocaba al borde de la pendiente, la mirada caía sobre los ruinosos techos de bardas cuyas grietas dejaban pasar el humo; se veía claramente el movimiento de la sucia callejuela, donde los niños medio desnudos chapoteaban en los charcos cenagosos, y las mujeres permanecían perezosamente agachadas en el umbral de sus casas, mientras que los hombres cubiertos de harapos se dirigían, con la pala en el hombro, hacia el despacho de bebidas.

Hízome notar que era el único que tenía con una sola cama, y que lo había construido para los matrimonios que pudiesen hacer alto allí; pero que no habiéndose presentado aún ocasión, lo había dejado a medio amueblar. Una de las paredes estaba tapizada y la otra tenía grandes grietas.

Las vacas, al ver aquellos intrusos bajar apoyando los pies cerca de sus cuernos, sacudieron con susto las cadenas que las sujetaban. El establo se hallaba bastante oscuro; sólo por las grietas de la puerta y por un ventanillo que la pared tenía penetraban algunos delgados hilos de luz, en los cuales bailaba el polvo. Andrés no sabía ordeñar; Rosa , y desde luego se dispuso a hacerlo.

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