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Actualizado: 30 de abril de 2025
Ciertamente, el convento provisional de las Salesas no era buena vivienda, estaba situado en un barrio bajo, en lo más hondo de una vertiente del terreno, sin sol; allí desahogaban las mal construidas alcantarillas de gran parte de la Encimada, y, en efecto, en algunas celdas la humedad traspasaba las paredes, y había grietas; no cabía negar que a veces los olores eran insufribles; tales miasmas no podían ser saludables.
Cesó el peligro una vez franqueado el agujero de salida, y faltaba ya tan sólo subir á la última buhardilla de aquella misma casa, que era donde Gilito vivía. Todo era entrada en aquella miserable habitación abierta á todos los vientos, y los ratones la invadieron por rendijas, grietas y agujeros, como se invade una ciudad ya desmantelada.
Algunas mujeres examinaban los puestos de vidrios, deseando sacar utilidad de sus despojos, fijándose en las grietas y desportilladuras de un salero, de un vaso, de una botella, antes de ofrecer en junto por todo ello cinco céntimos. Un puesto de muñecas viejas atrajo la atención de Feli.
Unos ladrillos colocados en el centro de la casucha servían de cocina. No se encendía fuego mas que por la noche. El humo de la leña llenaba la habitación, saliendo por donde podía buenamente: por la puerta abierta o las grietas del techo, por no existir el menor orificio que sirviese de chimenea.
Sale y vuelve con la jeringuilla llena, que el botiquín del cementerio le ha proporcionado. ¿Pero cómo, al hombrecillo diminuto?... ¡Por las fisuras craneanas!... ¡Pronto! ¡Cierto! ¿Cómo no se le había ocurrido a él? Y el sepulturero, de rodillas, inyecta en las fisuras el contenido entero de la jeringuilla, que filtra y desaparece entre las grietas.
¿Le han protegido los principios religiosos? Acaso le han sostenido y preservado mucho tiempo... Y después, qué diablo añadió nuestro notario falto de argumentos, los principios religiosos salvan el edificio, pero no impiden las grietas... en ciertas naturalezas. Y bien dijo la abuela, nosotras no queremos grietas, está decidido. He vuelto, pues, a ser una joven como las demás... ¡Qué suerte!
Aquellas grietas, donde al caer ó deslizarse hay muy rara esperanza de salvacion, ofrecen los mas bellos variantes de colores, reflejos, cortes y relieves: en unas partes, blancos y fúlgidos cómo el diamante pulido, ó azules como el cielo; en otras, verdes ó cristalinos como las ondas de un lago, ó ligeramente sonrosados como los pálidos pétalos del lirio silvestre.
El riachuelo, siempre variando, diferente siempre, salta sobre las rocas; en algunos puntos se extiende como tranquila laguna, turbada sólo por las gotas que caen por las grietas de la bóveda.
Entonces, con el objeto de contemplarlos á su sabor y sin riesgo de ser visto, dió un pequeño rodeo. Saltó la cerca de la pomarada, que no era muy alta y ofrecía grietas donde apoyar los pies. Desde allí penetró en la huerta, empujando la puerta enrejada. Mas apenas había avanzado algunos pasos, cuando se detuvo repentinamente con espanto.
La condesa se empeñó en entrar; yo la seguí. La luz se filtraba con trabajo dentro del exiguo templo por dos ventanillas estrechas que más parecían grietas. Colgada frente al altar de la Virgen, chisporroteaba una lámpara de bronce.
Palabra del Dia
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