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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Desde entonces, los campos que hacía más de cien años trabajaban los ascendientes del pobre labrador habían quedado abandonados á orilla del camino. Su barraca, deshabitada, sin una mano misericordiosa que echase un remiendo á la techumbre ni un puñado de barro á las grietas de las paredes, se iba hundiendo lentamente.
El trato de la ruda, y grosera tropa de antaño, en la vida de frontera y en la guerra contra los salvajes, rebajaba visiblemente la cultura de los oficiales, es del negro trato de los negros que proceden las peores grietas o depresiones morales de los norteamericanos, y ninguna profesión, ni la de carnicero, ha llegado nunca a degradar tan monstruosamente el carácter humano, como el Santo Oficio de la Inquisición.
Las olas, como furiosos toros azules, topaban entre espumarajos de rabia contra la peña, abriendo cóncavas oquedades, cuevas profundas que se prolongaban hacia lo alto en forma de grietas verticales. Esta labor secular iba royendo la costa, arrebatándola su coraza de piedra, lámina por lámina. Despegábanse de ella fragmentos enormes como murallas.
En las cercanías se oye cantar á los pájaros entre el follaje; las flores esmaltan el prado, los frutos maduran en las ramas, y, sin embargo, al lado de ese mundo alegre, el ventisquero sombrío, con sus abiertas grietas, sus montones de piedras, su silencio terrible, su aparente inmovilidad, representa la muerte al lado de la vida. No obstante, también tiene su movimiento la gran masa helada.
Los rostros tenían una expresión feroz, con regueros de polvo y sudor en todas sus grietas y oquedades, con barbas recién crecidas, agudas como púas, con un gesto de cansancio que revelaba el deseo de hacer alto, de quedarse allí mismo para siempre, matando ó muriendo, pero sin dar un paso más. Caminaban... caminaban... caminaban. Algunas marchas habían durado treinta horas.
Lleno de tiendas de gran fachada, no se vendía en ellas lo más indispensable para la vida que allí hacía la gente encopetada; gruñían y se revolcaban los cerdos en las calles mal empedradas; pastaban las aves de corral en las grietas de las aceras y en los rincones de la plaza, y en el campo inmediato, mitad jardín y huerta, mitad de labranza, ni esponjaban las flores, ni maduraba la fruta, ni el trigo espigaba, ni el heno crecía.
El ventisquero que no deja de andar, y cuya hendida masa vibra con estremecimiento continuo, sacude el manto de nieve que lo cubre: aquí y allá se hunden las bóvedas y caen en grandes trozos en las profundidades de las grietas. Muchas veces no quedan más que estrechos puentes por los que no se anda sin haber probado con el pie la solidez de la nieve.
De todos los destructores de la montaña, el más enérgico es el alud. Arrastra tierras y rocas como lo haría un torrente desbordado; hay más: por la fusión gradual de las nieves que forman sus capas inferiores, diluye tanto la tierra, que la convierte en un lodo blanco, hendido por profundas grietas y que se hunde por su propio peso.
Y no es chico, sin embargo, el contraste entre la masa sólida, con sus grietas, sus montones de piedras, sus pendientes fangosas sus grutas, y el agua que brota alegremente luminosa y serpentea con claro murmullo entre las flores.
Por último, si quereis marchar sobre el lomo brillante y resbaloso de las neveras, exponiendo la vida por un capricho de turista, necesitareis saltar sobre grietas profundas de cristal, y trepar cuidadosamente por escalones que vuestro guia va practicando en el hielo á golpes de pico ú hacha. ¡Qué de transiciones y variedades físicas y sociales entre la region de los ferrocarriles y la de las neveras, entre el ingeniero y el cazador salvaje!
Palabra del Dia
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