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Actualizado: 25 de mayo de 2025


En fin, me resulta usted una gitana demasiado señorita. Cristeta sonrió con mayor afabilidad y repuso: Pues ya lo ve usted; al público le da por esto. Lo triste es que artistas como usted tengan que hacer estas obras.

GUZMÁN. Se entiende. JIMENO. Pues... mis dudas tengo en cuanto a eso. GUZMÁN. ¿Qué decís? JIMENO. Desde el suceso que acabo de contaros no ha dejado de haber lances diabólicos... Yo diría que el alma de la gitana tiene demasiado que hacer para irse tan pronto al infierno. FERRANDO. ¡Jum!... ¡Jum!... JIMENO. ¿He dicho algo? FERRANDO. Preguntádmelo a . GUZMÁN. ¿La habéis visto?

Y el joven, en un estado de inanición extraordinario, apoyose contra el primer árbol que encontró delante. El corazón de Melisa se enterneció. En los días amargos de su vida de gitana, había conocido la sensación que él tan mañosamente fingía.

Además, habían llegado a la gente gitana vagas noticias de que Isidro era un hombre de pluma, que aunque estaba en la desgracia podía salir de ella; y esto bastaba para que les inspirase tanto respeto como el juez, los escribanos y todos los señores graves que también escriben y envían un pobre a presidio apenas desaparece la más insignificante caballería.

Creía verla de paje, de chula, de princesa, de gitana, y a veces medio desnuda, envuelta en un amplio manto rojo, destacando sobre un fondo de plantas tropicales y aureolada por los resplandores de la luz eléctrica. A la madrugada despertó intranquilo.

Vagaban hasta las doce por las inmediaciones del mercado, deteniendo a las criadas, aturdiéndolas con su charla, alabando sus caras de ángel, aunque fuesen de horrible fealdad, lamentando con extremos grotescos de desesperación las desgracias de sus amores y que no se cuidasen de conjurar la mala suerte acudiendo a la experiencia gitana.

Una, pues, desta nación, gitana vieja, que podía ser jubilada en la ciencia de Caco, crió una muchacha en nombre de nieta suya, a quien puso nombre Preciosa, y a quien enseñó todas sus gitanerías, y modos de embelecos, y trazas de hurtar.

Mi padre te dará limosna por Dios y por ; que en verdad que esta mañana di cuanto tenía a unas damas. Subió, en esto, la gitana vieja, y dijo: Nieta, acaba; que es tarde, y hay mucho que hacer y más que decir.

Nunca se apartaba della la gitana vieja, hecha su Argos, temerosa no se la despabilasen y traspusiesen; llamábala nieta, y ella la tenía por abuela.

Era el chocolate: el gran regalo de la gente gitana, su licor y su alimento. Los pequeñuelos, con la esperanza de que la madre trajese al anochecer una enorme cantidad de callardó, la saludaban desde lejos. Adiós, mi dai.

Palabra del Dia

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