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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Un magalaje ó Jefe carolino que conocí en Marianas, por ningún precio quería venderme dos auroras que poseía, y si las llegué á adquirir fué merced de la gran curiosidad que despertó al Jefe carolino, mi reloj remontoir que tuve que darle en cambio. Téngase en cuenta la fecha en que se hizo la primera edición de este libro. Entonces no se había concebido el gigantesco proyecto del canal de Panamá.
Había allí árboles innumerables, de infinidad de especies: unos altos, rectos, enormes, que desplegaban su ramaje a doscientos y más pies del suelo; otros, más bajos, nudosos, curvados a derecha o izquierda, y otros, en fin, delgados y raquíticos de tronco, pero de follaje gigantesco, compuesto de hojas de lo menos veinte pies de largo por tres o cuatro de ancho.
Este se estremeció, sintiendo que se había enroscado á su cuerpo un anillo de temblona presión. Los actos de aquella desequilibrada habían acabado por excitar sus nervios. Creyó que un monstruo de la misma clase que los del estanque, pero mucho mayor, un pulpo gigantesco de los fondos oceánicos, se había deslizado traidoramente á sus espaldas, echándole de pronto uno de sus tentáculos.
No busquemos, pues, en la suntuosa Aljama recuerdos de la grandeza de los sultanes despues de los tiempos de persecucion y de escándalo, de lucha y de encono, que personifican Abde-r-rahman y Mohammad, hasta que llegue el dia en que el primer Califa cordobés ponga el complemento al proyecto gigantesco del primer Amir.
Un momento después acababa de echarla abajo el gigantesco arquero y los fugitivos entraron por fin en aquel momentáneo refugio. ¡Vos arriba, señora! exclamó el barón indicando á Doña Leonor la escalera de piedra, en tanto que Duguesclín y sus compañeros derribaban malheridos á los cuatro agresores más próximos.
Si el toro al salir da un salto gigantesco y parte como un rayo sobre los objetos que se le presentan, unánimes aplausos lo acogen y estimulan; su popularidad es inmensa y todos los espectadores son de su partido. ¿Qué tiene eso de extraño, si hay en el mundo tantos animales aplaudidos y populares?
La catedral era para Gabriel un gigantesco tumor que hinchaba la epidermis española como rastro de antiguas enfermedades. Nada había que hacer allí. No era un músculo capaz de desarrollo: era un absceso que aguardaba la hora de ser extirpado o de disolverse por los gérmenes mortales que llevaba en su interior.
El mar parecia un monstruoso leon, sacudiendo su crespa melena, ó un gigantesco pez revolcándose sobre el abismo para hacer brillar al sol sus escamas como montes, ó mostrar sus hondas arrugas momentáneamente oscurecidas. Después, el día 28, estuvimos en plena tempestad.
Pero prefiero aquel punto perdido en el declive de dos montañas que se recuestan perezosamente una en brazos de la otra, prefiero Tijuca con su silencio delicioso, sus brisas frescas, sus cascadas cantando entre los árboles y aquellos rápidos golpes de vista que de pronto surgen entre la solución de los cerros, en los que pasa rápidamente, como en un diorama gigantesco, la bahía entera con sus ondas de un azul intenso, la cadena caprichosa de la ribera izquierda, las islas verdes y elegantes, la ciudad entera, bellísima desde la altura.
Hacía de esto sesenta años, y por el respeto con que me hablaba el buen hombre, comprendí la impresión que debió de causarle aquel francés de 1806, algún gracioso Oswaldo del primer imperio, con su pantalón colán, sus botas con arrugas en la caña, un gigantesco schapska y atrevimientos de vencedor. Si el barquero del Starnberg vive todavía, dudo que admire tanto a los franceses.
Palabra del Dia
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