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Actualizado: 22 de junio de 2025
El continuo roce con Gabriel hacía germinar en sus cerebros, petrificados por el ambiente tradicional, un musgo de ideas semejante a las microscópicas vegetaciones con que las lluvias del invierno cubrían los contrafuertes berroqueños del templo.
En el llano ninguna planta hubiera podido germinar si la montaña no se deshiciera sin cesar, y si el arroyo no bajara cada año estos residuos para suministrar un nuevo elemento á la vegetación de sus riberas. ¿Pero qué hacer para evitar que las aguas desbordadas devasten los cultivos y depositen al mismo tiempo el aluvión fertilizante? ¿Cómo regularizar las oscilaciones del nivel para aprovechar sus beneficios, sin tener que sufrir sus desbordamientos?
Pues volviendo a mis asuntos, digo que comenzó a germinar en mi mente una idea, y fue la de acometer de nuevo la vía del capellán del colegio para llegar hasta mi adorada Gloria. El genio astuto de la raza galaica, que late en el fondo de mi ser lírico, me suministró una traza apropiada al caso. Yo tengo en Madrid un tío carnal, hermano de mi madre, que es alto empleado en el Ministerio de Gracia y Justicia desde hace años. Goza allí de gran consideración, y ha repartido en su vida no pocas canonjías y hasta ha influido poderosamente en la elección de algún obispo. A este le escribí rogándole me enviase una tarjeta de recomendación para algún dignatario de la catedral. Mientras llegaba la respuesta, seguí asistiendo a la tertulia de las de Anguita. Y, cierto, no lo pasaba mal. A los tres o cuatro días, según me había anunciado Villa, era íntimo de la casa. Pepita me llamaba chinchoso y mal gallego a cada instante; Ramoncita me trataba con la misma gravedad campechana que a los amigos antiguos, y Joaquinita celebraba conmigo numerosas conferencias de quince minutos cada una.
La desdichada Ana Bolena, madre de Isabel, es representada como una mujer voluptuosa y llena de vicios, y á su lado, con colores tan odiosos, el arrogante cardenal Wolsey. El carácter del Rey, tan débil como vano, está pintado magistralmente, notándose en él cierta buena semilla, que vive siempre, pero que no llega á germinar nunca.
En ocasiones diferentes hizo Tirso a su hermana análogos razonamientos y, como el terreno estaba bien preparado, la semilla comenzó a germinar.
Stein se veía, pues, enteramente libre y árbitro de su suerte. Habíase dedicado a la educación de la niña enferma, que le debía la vida, y aunque cultivaba un suelo ingrato y estéril, había conseguido a fuerza de paciencia hacer germinar en él los rudimentos de la primera enseñanza.
Ellas nos dan agua para beber nosotros y abrevar nuestros ganados, fertilizan nuestros campos y hacen germinar las simientes, alimentan nuestros árboles y nos traen del fondo de la tierra tesoros que sin ellas jamás hubiéramos conocido; fortifican, en fin, nuestro cuerpo, nos devuelven la salud perdida y restablecen el equilibrio en nuestro trastornado espíritu.
Ciudad cárcel, según él, donde la holganza enmohecía los ánimos más nobles; donde la excesiva proximidad de los mismos orgullos hacía germinar rivalidades monstruosas; donde se vivía bajo continuo espionaje, y cada rendija tenía una mirada, cada colgadura un oído, cada soplo una lengua; donde todo impulso generoso topaba con muros más agobiantes que los que retajaban el escaso recinto de la ciudad, y, donde, en fin, sólo podían librarse del desengaño y del hastío aquellos que tenían el ala asaz nervuda para tender a cada momento su vuelo hacia Dios.
Un sol africano lanzaba torrentes de oro sobre la tierra, resquebrajándola con sus ardorosas caricias. Sus flechas de oro deslizábanse entre el follaje, toldo de verdura bajo el cual cobijaba la vega sus rumorosas acequias y sus húmedos surcos, como temerosa del calor que hacía germinar la vida por todas partes. Los árboles mostraban sus ramas cargadas de frutos.
Palabra del Dia
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