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Actualizado: 15 de junio de 2025


Estas fueron siete galeras y cuatro galeotas; del resto se perdieron de 28 hasta 30 galeras de cristianos, entre las cuales se perdió la Capitana de Sicilia, donde se halló D. Gastón de la Cerda, hijo segundo de Su Excelencia, y D. Berenguer de Requesens, Capitán general de las dichas galeras de Sicilia; D. Juan de Cardona, su yerno, y otros muchos gentiles-hombres de casa de Su Excelencia, y una señora dueña, la cual tenía cargo de tener cuenta del dicho D. Gastón, y por este efecto se hallaron en la dicha jornada sus personas y sus galeras y sus hijos.

Las habitaciones, decoradas por Juan Veber, Enrique Martín, Gastón La Touche, Mlle. Dufau y otros artistas, ofrecen perspectivas espléndidas.

Algo de verdad hay en lo que afirmas dijo Morsamor . No carezco de riquezas. Además de las que llevo conmigo, tengo confiadas no pocas al fiel y cauto Gastón Vandenpeereboom. Puedo con desahogo aventurarme en las más altas empresas. Y sin embargo, me considero tan infeliz que preferiría volver a ser un pobre fraile, despreciado, viejo y enfermizo, o ser un ruin y hambriento pordiosero.

El tal administrador, holandés o flamenco que en esto no están de acuerdo los autores, se llamaba Gastón Vandenpeereboom, nombre y apellido en completo desacuerdo con sus prendas personales, como si por antífrasis los llevara. En lugar de ser Gastón tenía fama de roñoso y por no gastar en nada, no hablaba nunca sino por necesidad o provecho, a fin de no gastar saliva.

Gastón Deschamps lo hacía notar en Francia, hace poco, comentando la iniciación tardía de las jóvenes generaciones, en la vida pública y la cultura de aquel pueblo, y la escasa originalidad con que ellas contribuyen al trazado de las ideas dominantes.

Esta respiró, dirigiendo a Amaury una mirada de agradecimiento. No hablemos más de él dijo el doctor. Cítanos otro. Gastón de Sommervieux... Tampoco me desagrada, es tan noble y rico como franco, y tengo entendido que es un joven modesto, serio y de buenas costumbres. Ciertamente, pero ya que le enumeraron a usted todas sus cualidades podían haber añadido un defecto capital.

Ya oigo la eterna cantinela del prejuicio que grita a mi oído: «Es la hija ilegítima de Santiago Evrard. ¡Gastón, ésa es tu amante, es la hija ilegítima de Santiago Evrard y ése es, Adela mía, el más precioso de tus títulos.

Mientras el doctor pasaba el rato inocentemente, el conde Dandolo, el capitán Bretignières y los Vitré, comían juntos en casa del señor de Villanera. Germana tenía buen apetito; pero en cambio el pobre Gastón no comía más que con los ojos. A los postres se entabló una conversación muy interesante.

El azar hizo que una señorita de aquella ciudad, que pertenecía a una noble familia, se fijase en él y que, sin darse cuenta de su inclinación, se acostumbraban de tal modo a él, que no podía pasar sin verle. Bien pronto sintió que aquella inclinación era amor, pero era tarde para poner remedio; por lo menos ella lo creyó así, y mi padre con ella. ¿Qué más le diré, señor Gastón?

Gastón Vandenpeereboom, pero disimiló su enojo por vergüenza y no quiso vengarse, al menos por lo pronto. El piloto Lorenzo Fréitas dirigió la nave con habilidad pasmosa, aprovechando la monzón favorable del sud-oeste, y, con mayor rapidez que la ordinaria, cruzó el Mar de la India hasta hallarse ya, según sus cálculos, a cuatro o cinco días de distancia del puerto de Goa.

Palabra del Dia

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