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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Se detuvo al notar que este jinete minúsculo, como si la hubiese reconocido, se echaba cuesta abajo, galopando hacia ella. Dejó de verlo algún tiempo y luego reapareció, considerablemente agrandado, en el borde de una hondonada próxima. Al convencerse de que era Watson, el primer impulso de ella fué huir.
Cuando Lorenzo iba a romper en una enérgica protesta, se encontró galopando sin poder evitarlo; pero al mismo tiempo notó, o creyó notar, que esa nueva forma de marcha era más soportable, bien que le molestaba algo el movimiento de ascenso y descenso de los jinetes que llevaba al lado.
El iba con otros mancebillos entre las damas, y parecíale verlas todavía vestidas de terciopelo verde o leonado, y galopando en sus hacaneas, por los campos luminosos, en seguimiento de los hidalgos. Bravo jabalí, volviendo de los cebaderos, logró traspasar la fila de cazadores; luego, atravesando un seto compacto y espinoso, entrose por un bosque de encinas, en dirección a la sierra.
El engaño ideado por el hombre, la astuta destreza humana, conseguían manejar fácilmente, como una mercancía, a estas fieras habituadas a la libertad del campo. Llegaban los toros que habían de ser expedidos en el tren galopando por una ancha y polvorienta carretera entre dos alambrados de agudas puntas.
Apenas llegaba galopando por las vastas dehesas a la vista de la torada en que vivía esta joya, bastábale un grito para llamar su atención. «¡Lobito!...» Y Lobito, abandonando a sus compañeros, venía al encuentro del marqués, mojando con su hocico bondadoso las botas del jinete, y eso que era un animal de gran poder y le tenían miedo los demás de la torada.
Durante varios días su caballo fue galopando sobre el fondo del mar, con gran asombro de merluzas y salmonetes, y cuando llegaron a Iria Flavia, caballo y caballero estaban cubiertos de vieiras.
Si el baqueano lo es de la pampa, donde no hay caminos para atravesarla, y un pasajero le pide que lo lleve directamente a un paraje distante cincuenta leguas, el baqueano se para un momento, reconoce el horizonte, examina el suelo, clava la vista en un punto y se echa a galopar con la rectitud de una flecha, hasta que cambia de rumbo por motivos que sólo él sabe, y galopando día y noche, llega al lugar designado.
Adelantóse Zamora Y sugetando la rienda Pidió parte en la contienda Con altanera atencion. Todos á una voz gritaron «Que entre Zamora y Obando». Y entonces el pato tomando Zamora con él salió. Picaron todos de espuelas Galopando á rienda suelta Queriendo tomar la vuelta Del ginete vencedor; Mas en vano corren, vuelan, Gritan, pegan, forcejean, Y resudan, y espolean, Y le siguen con furor.
Dos veces había ido de día a Marchamalo con la excusa de ver al señor Fermín; pero María de la Luz escondíase, apenas adivinaba su caballo galopando por la carretera. Montenegro le oía pensativo. ¿Tendrá otro novio? dijo. ¿Se habrá enamorado de alguien? No; eso no se apresuró a responder Rafael, como si esta convicción le sirviese de consuelo.
Una cacería humana iba á desarrollarse en la noche, y él, Ferragut, sería el gamo acosado por la canalla del bar. «¡Ah, no!...» El capitán se acordó de Von Kramer galopando míseramente en pleno día por los muelles de Marsella... Si lo habían de matar, que no fuese huyendo. Continuó su avance con paso rápido. Adivinaba el plan de sus enemigos.
Palabra del Dia
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