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Actualizado: 15 de julio de 2025
Deseosa de llegar antes, abandonó á la vaca y al ternerillo, y las dos bestias siguieron su marcha tranquilamente, como quien no se preocupa de las cosas ajenas y tiene el establo seguro. Pimentó estaba tendido á un lado de su barraca, fumando perezosamente, con la vista fija en tres varitas untadas con liga, puestas al sol, en torno de las cuales revoloteaban algunos pájaros.
Mina reía de sus juramentos de amor acompañados de gestos trágicos, y lo convidaba á comer, exigiéndole que no faltase á sus costumbres y siguiera fumando entre plato y plato un largo cigarro atravesado por una paja, que esparcía un olor pestilente. Una noche, el conde, para agradecer sin duda estas amabilidades, la invitó á un cinematógrafo.
Eso no está en mi jurisdicción, pues pertenece á Río Colorado; pero mi compañero el comisario de allá sospecha que eres tú el del robo. Manos Duras siguió fumando en silencio, escupió, y dijo al fin: Calumnias de los que desean que no venda carne al campamento de la Presa. Le han dicho también al gobernador del territorio que eres tú el que mató hace meses á los dos comerciantes turcos.
¡Mariita! ¡Mariita! dijo Nieto, dirigiendo una reprensión cariñosa a cierta joven a quien había sorprendido fumando. Don Celipe, es que me duelen las muelas. Pues cuidado con ellas, porque pueden salirte caras. Habíamos recorrido casi todas las naves, y mi Paca no aparecía. Nieto me invitaba ya a que pasáramos al taller de cigarros puros.
¡Ha pasado por la prueba! responde Gertrudis lanzándose a su cuello. ¿Qué prueba? Si te lo digo vas a reñirnos; prefiero callarme. Martín interroga con una mirada a su hermano. ¡Oh, nada! dice éste con tímida sonrisa. Era una broma... Nos bombardeábamos. Está bien, hijos míos, bombardeaos; dice Martín, que continúa fumando en silencio.
A horcajadas sobre una ventana, fumando su larga pipa, se divertía en seguir con la vista la dirección de los espesos torbellinos de humo que lanzaba gravemente o en mirar fijamente la rápida estela del navío, apresurando con sus deseos el momento en que volvería a ver Francia.
No hay que añadir que los ángeles se marcharon con viento fresco en cuanto dieron conocimiento de su mensaje a Mordejai, y este cogió sus trebejos de sahumar, la pipa, la ración de cáñamo en un papel, y se fue caminito del Matadero: el largo plantón que le esperaba, se le haría menos aburrido fumando.
El conde de Sorege, que estaba fumando con beatitud sentado en un sillón, sin que pareciese prestar atención á lo que se hablaba, se levantó y se aproximó al grupo del que Harvey era el centro. El ganadero, interesado por la noticia de Marenval, preguntó: ¿Y dónde irán ustedes, si no es indiscreción? Marenval permaneció mudo y Tragomer se encargó de las explicaciones.
El Magistral tuvo que quedarse con Ripamilán, don Víctor, el gobernador, Benítez y otros señores graves. Benítez era joven, pero prefería hacer la digestión sentado y fumando un buen cigarro. Don Víctor se acercó al médico, en el hueco de un balcón y De Pas pudo oír el diálogo que entablaron. ¡Oh! no puede figurarse usted cuánto le debo. ¿A mí, don Víctor?
De otro lado se ven figuras de una personalidad especial: aquí Nana-Sahib en gran pompa y fumando en su pipa llena de pedrerías, sentado á estilo oriental; allí O'Connell, en la actitud del orador; mas acá Abd-el-Kader, con su sable de árabe defendiendo la independencia de su pueblo; allá Manín ú otro de los mártires de la libertad que han personificado una causa.
Palabra del Dia
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