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Actualizado: 24 de junio de 2025
Sufrir de esta manera ante la fealdad de las cosas, es pagar muy caro el placer de buscar la belleza en sus manifestaciones diversas, por desgracia demasiado fugaces, frecuentemente. Yo soy Pan persiguiendo a Syrinx; pero hoy he cazado a la diosa, puesto que puedo contemplar a mi gusto estas formas graciosas adornadas con arte delicado.
Puestos los caballos al paso y afianzándonos en el borrel de la silla, bajamos la escabrosa cuesta de las Despedidas, á cuya falda se asienta sobre un riachuelo el puente de aquel nombre, el cual le fué dado, según he podido averiguar, por ser el lugar señalado por la costumbre para despedir los de Tayabas á los que se van. ¡Qué tiernas escenas habrá presenciado! ¡Cuántas lágrimas habrá absorbido su candente arena! ¡De cuántos juramentos y de cuántas fugaces promesas habrá sido mudo testigo!....
El sol bañaba su revuelta cabellera dorada, que despedía fugaces destellos como en la mañana que por primera vez le vimos. Su faz, pálida entonces por el sueño, lo estaba ahora por la emoción. Pero sus ojos... ¡oh, sus ojos mudaron mucho desde entonces! Ya no eran aquellos ojos fríos y tímidos que resbalaban sobre los objetos sin penetrarlos. Brillaban con inusitado fuego.
Ojeda sólo tendría que ocuparse de los gastos de su persona, y si era necesario, ella ayudaría también a su viejito... a su negro. ¡Nélida! protestó Fernando. Pero no quiso decir más. ¿Para qué?... Ni él aceptaba aquel viaje, ni ella, con la movilidad de sus fugaces impresiones, se acordaría tal vez de esto a la mañana siguiente.
ELSA. ¡Ten piedad de mí, padre mío! ¡Le amo tanto! EL CONDE. Yo también he conocido el amor; pero si tu madre se hubiera parecido a ti, la hubiera echado como a una ínfima esclava, como a una innoble criatura, sólo útil para satisfacer los caprichos fugaces de sus amos. ELSA. ¡Os dejáis llevar de la ira, conde!
Antes de esa edad corremos el riesgo de dejarnos llevar de impresiones fugaces y transitorias. A los 25 años nuestro espíritu ha logrado ya cierto grado de serenidad y nuestros sentidos una dulce calma que no conturba nuestros juicios. Antes, todo es emoción indisciplinada, torbellino de sensaciones, exaltación sin fundamento, inconsciencia, capricho, delirio.
Tormento y placer análogo debieron de sentir y gozar los místicos que, abrasados en fervor religioso, tendían a identificarse y sumarse con la divina esencia, cual si anhelaran ver anonadarse su alma dentro de otra alma superior e increada. Tuvo luego también momentos de intensa embriaguez amorosa; pero brevísimos, fugaces, y apaciguada pronto aquella excitación, se rindió al cansancio físico.
Pero la dama, como si no advirtiera su turbación ni concediera importancia a sus propias palabras, saltaba inmediatamente a otro asunto. Parecía que tenía gusto en sofocarle, en mantenerle agitado y trémulo. Y en las miradas fugaces que de vez en cuando le lanzaba reflejábase un sentimiento de superioridad, la benévola ironía del que está jugando a otro una burla que ha de terminar en bien.
Yo tengo ganas de decir al «gran público», á ese público que está formado por cientos de miles de lectores diarios, quiénes son y qué representan en la moderna cultura española esos eruditos andaluces cuyos nombres llegaron á él á través de las Academias, de las Corporaciones oficiales, de las referencias volanderas de los periódicos en notas fugaces é inexpresivas.
El choque entre aquellos dos caracteres, de igual obstinación y fiereza, era ineludible. Vino pronto y vino con una serie de pequeños desabrimientos que hicieron desaparecer en un instante del corazón de la joven los fugaces destellos de amor que su marido le había inspirado. En él duró más tiempo la pasión.
Palabra del Dia
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