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Actualizado: 24 de junio de 2025


Así que la luz de la hoguera trazaba círculos luminosos en ella y corría á veces impetuosamente por debajo de la bóveda iluminando una gran extensión y prontamente se replegaba abandonando el campo á la sombra. Veíanse reflejos vivos y fugaces en las hojas de los árboles y sentíase en el rostro el calor abrasante de las llamas.

¿Fugaces?... ¡Qué disparate!... Precisamente es la sensación que por más tiempo se fija en nosotros. Estás equivocado: ¿a que no te acuerdas de algo de lo que oíste en la última temporada teatral? Posiblemente no podría repetirlo; pero si lo volviera a oír dentro de algunos años lo recordaría y asistiría imaginativamente a la escena que me rodeaba, la primera vez que lo escuché.

Sus ojos claros, melancólicos y un tanto extáticos por lo general, se habían alumbrado con un fuego intenso; su boca entreabierta delataba esa seductora molicie que invade todo el organismo delicado de la mujer en las horas fugaces de la fiesta.

Hasta en lo más bajo de nuestra tierra de corrupción brilla algo de la luz divina, como tal vez, en medio de las tempestades, un rayo de sol rasga las negras nubes y se quiebra y riela en las ondas fugaces del mar alborotado.

En fin dijo Lucía alzando el semblante donde las líneas redondeadas y fugaces de la adolescencia comenzaban a trocarse en trazos más firmes , yo marcharé si me lo ordenas; pero convencida de que es una mala acción abandonar así a una amiga, cuando se está muriendo. Salió del cuarto.

Sus palabras, al contrario, sorprendieron a Golfín por lo recatadas y humildes, dando indicios de un carácter formal y reflexivo. Resonaba su voz con simpático acento de cortesía, que no podía ser hijo de la educación, y sus miradas eran fugaces y momentáneas, como no fueran dirigidas al suelo o al cielo.

El sol se había puesto dos horas antes y la noche era calurosa como un día de verano. Los dos esposos se sentaron juntos en un banco rústico a orillas del mar. La luna no había aparecido aún en el horizonte, pero las estrellas fugaces cruzaban el cielo en todas direcciones, y las olas iluminaban la playa con sus fosforescencias. Don Diego aun estaba aturdido por la noticia que acababa de oír.

Si no hay pluma tan rápida que pueda seguir con su vuelo la elocuencia animada de un coloquio amoroso, menos contento quedara de su intento todavía si ensayara repetir punto por punto las primeras razones de dos amantes, que separados por largos días, de pronto se ven juntos por uno de tantos caprichos como tiene la fortuna; pues lo sentido de las quejas, pues el fuego de las razones, pues la inflexión de la voz, y la turbación, y el placer, y el desenojo, y los éxtasis y mil y mil otras nonadas tan fugaces como deliciosas, más bien son para imaginadas y sentidas que para concebirse y explicarse.

Estaba en todos los golpes de petits mots, sabía sacar partido de esas deducciones híbridas de las palabras, que los parisienses consiguen hacer con los dientes superiores y la nariz, indicando apenas las expresiones hasta casi llegar a formar una charla de monosílabos breves, rápidos, fugaces y casi eléctricos, que hacen la desesperación de todos los que han aprendido el francés por el Ollendorf.

Pero, al distinguir a Morsamor con inocentes favores, al atraerle con blandas sonrisas y con apenas perceptibles, fugaces y dulces miradas, y al mostrarse con él más conversable y benigna que con los otros hombres, doña Sol hizo que él se engriese y se juzgase correspondido.

Palabra del Dia

irrascible

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