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Actualizado: 4 de junio de 2025


Había durado el Consejo de la mañana á la noche, revelando Freya á sus jueces todo cuanto sabía... Luego, su defensor hablaba durante cinco horas, intentando establecer una especie de intercambio en la aplicación de la pena. La culpabilidad de esta mujer era indiscutible y muy grandes los males que llevaba causados.

Ferragut quedó silencioso. También él había palidecido, pero de sorpresa y de cólera. ¡Luego eran ciertos los anuncios de Freya!... No quiso fingir incredulidad ni mostrarse temerario y despreciador del peligro cuando Tòni siguió hablando. ¡Ojo, Ulises!... Yo he reflexionado mucho sobre este suceso.

Acabó por meterse en la habitación, pero dejando la puerta abierta... Un rectángulo de viva luz que se marcaba en el suelo y la pared de enfrente guiaría á Freya, indicándole el camino. Tampoco pudo mantener mucho tiempo esta señal.

El portero estaba en la entrada, contemplando el mar, pero con los ojos vueltos indudablemente hacia ellos. Sigamos dijo Freya . Acompáñeme un poco; hablaremos, y luego me dejará usted... Tal vez nos separemos más amigos que antes. Anduvieron en silencio toda la vía Partenope, hasta llegar á los jardines de la ribera de Chiaia, perdiendo de vista el hotel.

Las había sabias como la doctora, elegantes como Freya, venerables y con un apellido célebre, para obtener la confianza que inspira una viuda noble. Eran numerosas, pero no se conocían unas á otras. Algunas veces se tropezaban en el mundo, se presentían, pero cada una continuaba su camino, empujadas en distintas direcciones por la fuerza omnipotente y oculta.

Freya se presentaría con el retraso de una viajera que acaba de llegar y está ocupada en el arreglo de su persona. Almorzó mal, mirando continuamente una gran vidriera con dibujos de barcos, peces y gaviotas, atragantándosele el bocado cada vez que se abrían sus hojas policromas. Y llegó al final del almuerzo, y tomó lentamente su café, sin que ella apareciese.

A pesar de su promesa, Freya no hizo nada para volver á encontrarse con el marino. «Nos veremos... Yo le buscaréPero era Ferragut quien buscaba el encuentro, apostándose en las inmediaciones del hotel. ¡Qué loca estuve la otra mañana!... ¡Qué habrá pensado usted de ! dijo ella la primera vez que volvieron á hablarse.

¡Valor, Freya! dijo el director de la prisión . El recurso de gracia ha sido denegado. ¡Animo, hija mía! añadió el cura del establecimiento, iniciando el principio de una plática. Su terror sólo duró unos segundos. Fué la ruda sorpresa del despertar, con el cerebro todavía paralizado. Al reunir sus recuerdos, la serenidad volvió á su rostro.

Ordenes precisas habían sido dadas contra él. «¡En cuanto á sus cómplices!...» Freya figuraba indudablemente entre estos cómplices, por haberse atrevido á defender á Ferragut recordando la muerte trágica de su hijo, por no haber hecho coro con los que deseaban su exterminio.

Ulises la dió el brazo y empezaron á avanzar en la sombra impulsados insensiblemente en su marcha por la facilidad de ir cuesta abajo. Freya sabía lo que representaba este viaje. A los primeros pasos se lo avisó el marino con un beso en el cuello.

Palabra del Dia

rigoleto

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