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Actualizado: 20 de junio de 2025


De un modo ó de otro, menester es que los de Riomontán y de Fresnedo peleen esta noche con nosotros. Ya sabéis que parte de la mocedad de Villoria y de Tolivia aún no ha venido de la siega. De Entralgo y de Canzana también hay algunos por allá. Podéis estar seguros que de nuestros contrarios no faltará uno solo. Los de Lorío y Rivota andan muy engreídos desde la paliza del Obellayo.

Nolo y los de Fresnedo los alcanzaron cerca de la peña de Sobeyana y les calentaron bien las espaldas. Todos levantan la cabeza y admiran el porte gallardo de entrambos jóvenes. ¡Bravo mozo! exclamó D. Félix mirándole con complacencia. No hay otro más real ni más valiente desde el Condado á los Barreros manifestó el vecino que había hablado.

No hay un solo mozo en la parroquia de Entralgo que no esté en fe de que si vosotros hubierais entrado en la gresca no se hubieran reído de nosotros. Porque, te lo digo en conciencia, te lo digo en verdad, los de Fresnedo y Riomontán sois la nata de Villoria, y , Nolo, vales más que ninguno de ellos. ¿Qué respondiste , valeroso Nolo, á tan hábil y halagüeño discurso?

Más de la mitad de él, por la parte superior, estaba rodeado de un espeso bosque de robles. Los de Fresnedo se ocultaron allí sin ser vistos de la gente de la romería. Hallábase ésta en todo su esplendor. Hervía el campo con rumor gozoso de cantos y risas y pláticas ruidosas.

Parecían sentir profundo desprecio por aquellos aldeanos y sus juegos. Delante de la puerta del lagar de D. Félix había un numeroso grupo de hombres. Entre ellos estaba Jacinto de Fresnedo rodeado de sus amigos los montañeses de Villoria, que se habían bajado del castañar poco hacía por consejo de Nolo.

Ya sabes que los de Fresnedo estamos apartados hace tiempo de toda bulla. ¡No te fíes, son muy burros!

Soy yo, Flora respondió la voz de Jacinto de Fresnedo. ¿Puedes abrir? La joven tardó unos instantes en contestar como si vacilara. Perdona, Jacinto. Nos íbamos en este momento á acostar, porque ya es un poco tarde. ¡Niña! exclamó desde la cocina el abuelo. Eso no está puesto en razón. En mi tiempo nunca se dejó marchar á un mozo que viene de lejos sin convidarle á descansar. Abre á ese muchacho.

Bien está que vayamos á Fresnedo y á la Braña á dar satisfacción á los amigos; pero de eso á decir que los de Lorío nos han de moler las costillas hay lo menos legua y media de distancia. Mientras á Bartolo, el hijo de la tía Jeroma, no se le rompa en la mano este palito tan cuco de fresno, ningún cerdo de Lorío le molerá nada.

Así, el pobre Jacinto de Fresnedo cargó de modo real con la culpa de D. Lesmes y de un modo ideal con los palos. Florita se prometió hacerle pagar cara la vergüenza y la molestia que le hizo experimentar. Terminada de tal modo feliz aquella aventura temerosa, cada cual se volvió á la cama. ¡Zángano! ¡más que zángano! ¡pendejo! ¡rijoso!... ¿Para qué quieres á esta niña? ¿Para casarte?

La compostura no agradó á la irritada zagala, que iba á responder con acritud; pero en aquel momento dos mozos gallardos se aparecieron de improviso, dando cortésmente las buenas noches. Jacinto de Fresnedo estaba delante de ella y Nolo de la Braña frente á Demetria.

Palabra del Dia

lanterna

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