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Actualizado: 29 de junio de 2025


Nada de requiebros, ni mucho menos frases amorosas: comprendía que era espantar la caza, que la fruta estaba muy verde, y que era mejor tener paciencia y sacudir el árbol cuando sazonase.

Ratos había en que se quedaba embobado, despachando automáticamente lo que le pedían, hasta que la severa y desapacible voz de Frasquita venía a turbar sus arrobos con frases crueles. ¿En qué piensas, burro? solía decirle ; ¿te estás acordando de aquella sinvergüenza? ¡Cochino! Otras veces era más expresiva y humillante.

En el bolsillo de una pequeña cartera de apuntes, que formaba parte de lo que había en la maleta, descubrí varias cartas, todas las cuales examiné y vi que no eran de importancia, salvo una, sucia y mal escrita en incorrecto italiano, que contenía algunas frases que despertaron mi curiosidad.

Era un buen cristiano, pero de tal modo se había entregado a la música, que en él quedaba muy poco del antiguo fraile. Cuando le anunciaban, que pronto se restablecerían los conventos, levantaba los hombros con indiferencia. Le interesaba más una sonata nueva. Pues bien, Gabriel: aquel hombre tenía frases que han quedado en mi memoria para siempre.

Pues yo lo hubiera hecho... En fin, trae... Trató de leer, pero en vano, y dijo con un gesto de cansancio: No veo; lee , hija mía. Liette obedeció, y, con voz sorda pero en la que vibraba una emoción mal contenida, volvió a leer aquellas líneas ardientes y apasionadas, frases huecas cuyo vacío no podía sospechar su alma leal.

En el rato que estuvieron solos, antes de que entrara Papitos con el servicio y la sopa, Maxi endilgó a su mujer algunas frases enteramente ceñidas al endiablado asunto que constituía su demencia. Fortunata le apoyó en todo, mostrándose muy penetrada de la urgencia de establecer, como realidad social, el principio de solidaridad de la sustancia divina.

Púsome de muy mal humor esta laguna que aparecía de repente, acaso en la parte más interesante de la historia de aquel pobre loco; y tanto más, cuanto en algunos girones de hojas que habían quedado adheridos, se leían algunas frases que demostraban que Luis no había sido muy feliz después de su matrimonio.

Pero aquella entrevista, que con la mejor intención preparó el Asistente, fué harto desgraciada, pues, al verse frente á frente los dos enemigos, después de algunas frases altas, Ortiz de Zárate acometió de pronto furiosamente al conde, y con una espada lo hirió traidora y mortalmente, sin que pudiera impedirlo el de Palma, que por sujetar al agresor sufrió también de éste algunos golpes.

Sin duda que en los libros devotos, con la más sana intención, se interpretan harto duramente ciertas frases y sentencias de la Escritura. ¿Cómo entender, si no, que la hermosura de la mujer, obra tan perfecta de Dios, es causa de perdición siempre? ¿Cómo entender tampoco, en sentido general y constante, que la mujer es más amarga que la muerte? ¿Cómo entender que el que toca a una mujer, en toda ocasión y con cualquier pensamiento que sea, no saldrá sin mancha?

Tan poco, señor, que me creo enteramente incapaz de improvisar dos frases en público. ¡Hum! no es eso precisamente á lo que puede llamarse vocación para orador; será preciso dirigirse á otro lado, pero la materia exige más amplias reflexiones. Por otra parte, veo que está usted fatigado. Tome los papeles que le suplico examine á su satisfacción. Tengo el gusto de saludarle.

Palabra del Dia

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