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Actualizado: 28 de junio de 2025
Y cuidado, que no soy yo el que niega á un criado, ni á nadie, el derecho que tiene de emplear su dinero como mejor lo entienda, comprándose frac verde ó azul, y una corbata negra ó amarilla.
Hemos dicho, creemos por dos veces, que Manila tiene su gran tono, que hace lo que en todas partes, esto es, nada: vive á la superfluidad del botón de la librea y la tersitura de la cabritilla; sus disgustos están compendiados en el aristin del caballo, en los milímetros del sombrero del cochero, en la estatura del lacayo, en la arruga del frac ó en la pureza de una piel que la Rusia ha hecho necesaria.
En este retrato, el joven señor estaba vestido enteramente al uso de Europa, de toda etiqueta, con corbata blanca y con un frac, tan admirablemente cortado y que le caía tan bien, que no soñaría hacerle mejor, ni Frank, el de Viena, ni el sastre más famoso de Londres. Por bajo de este retrato había otro letrero que decía: en traje de etiqueta para ir a un baile del Lord Gobernador de la India.
Se le figuraban ya todos los caballeros que andaban por allí, don Víctor inclusive, criados vestidos de etiqueta; todos eran camareros, el único señor Mesía. De todas maneras estaba bien don Álvaro; de frac era como mejor estaba.
Esto no será muy bonito, pero es tan noble y distintivo que guay del plebeyo que sin haber sido siquiera directorcillo ó juez de sementeras, osara profanar aquella parodia de frac, que tiene por faldones faldamentos. No queremos se nos olvide decir que la camisa oficial es blanca y la chaqueta negra.
También he vuelto á ver su frac negro de corte antiguo, la corbata blanca profesional, y el diamante hereditario en la pechera; en una palabra, con todos los signos exteriores de un espíritu grave, metódico y amigo de las tradiciones.
Un griego que había sido simple marinero en sus mocedades tronaba allí como un personaje de epopeya, admirado por las damas en traje de baile y los graves señores puestos de frac que se reunían en este círculo aristocrático. Había aprendido á leer y escribir siendo ya maduro, pero poseía una fortuna enorme. La noche anterior, en cuatro horas de talla, había ganado un millón doscientos mil francos.
El frac le cautivaba, y ya se estaba ella figurando en su mente los brillantes salones en que iba a entrar Augusto dentro de poco, la mesa riquísima en que se sentaría y las personas cultas y elegantes con quienes había de estar en roce familiar y discreto gran parte de la noche. Era esta la clase de imaginaciones que más fácilmente se moldeaba en su cerebro.
En Buenos Aires no hay sastres: «son talabarteros». Se hallaba molestísimo con el traje de frac que le habían hecho aquí. «Vea usted este frac; el corte es imposible; las solapas no se plegan, los faldones son cortos, ¡estoy ridículo!» Le dije que el secreto de la elegancia no está en que lo que uno se pone le mejore a uno, sino en mejorar uno lo que uno se pone.
Llegaron las dos, y como yo conocía ya á mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir á comer; estoy seguro de que se hubiera picado: no quise sin embargo excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas.
Palabra del Dia
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