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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Ya sabe usted que en la prueba hemos estado muy flojos, por no conservar usted recuerdos de la niñez que nos favorecieran, y por resultar muy débiles los testimonios de otras personas». Y dicho esto, el abogado, frío, honrado y cruel, se despidió dando un suspiro, último tributo de la ley al volverse hostil.
Y á juizio de personas prudentes, si el Turco ó Xarife ó Rey de Inglaterra quisieran buscar una invencion eficaz para arruinarnos y destruirnos, no la hallarán mejor que la destos faranduleros, pues á guisa de unos mañosos ladrones, abrazando matan y atosigan con el sabor y gusto de lo que representan, y hazen mugeriles y flojos los corazones de nuestros españoles, para que no sigan la guerra ó sean inutiles para los trabajos y exercicios della.»
Enarbola el mazo y así, junto al yunque, entre rojos hálos serás como un dios." ........................................ Ha soplado el fuelle sobre los carbones, ya la roja llama crepitando está; sobre el recio tórax del despierto herrero, hay como una bella púrpura imperial. El mazo es tu cetro; ¡oh herrero! comienza de nuevo a reinar, y en tus brazos aprendan los flojos a batir y forjar.
No habría allí quien tuviese más fuerza que tú le dijo ella comiéndolo con los ojos. ¡Oh, sí! No era de los más flojos; pero todavía había algunos de más fuerza respondió él con modestia. Había desaparecido la cortedad de ambos. Tornaba aquella dulce fraternidad de antes. Gonzalo descansaba sobre el lecho con los brazos fuera. En cuanto se viera fuera de él, y con ánimos, se iba a Tejada.
En tanto, el joven observaba que tenía demudado el semblante, cerrados los ojos, flojos y caídos los brazos; hizo un esfuerzo heroico, la cogió en sus brazos y la subió. La cabeza de la enferma descansó sobre sus hombros, y Lázaro notó que el contacto de su frente le quemaba el cuello. Tiene mucha fiebre dijo depositándola en el pasillo, porque Paz no le permitió que llegara á la alcoba.
Todos los resortes de la maquinaria novelesca parecen flojos y mortecinos de tanto funcionar; todas las situaciones emocionantes, todos los caracteres salientes, todos los tipos de humanidad, están casi agotados. La originalidad novelesca va siendo cada vez más ilusoria.
Se quedó adormecida, y medio soñando, medio imaginando voluntariamente, sentía que una criatura deforme, ridícula, un vejete arrugadillo, que parecía un niño Jesús, lleno de pellejos flojos, con pelusa de melocotón invernizo, se la desprendía de las entrañas, iba cayendo poco a poco en un abismo de una niebla húmeda, brumosa, y se despedía haciendo muecas, diciendo adiós con una mano, que era lo único hermoso que tenía; una mano de nácar, torneadita, una monada.... Y ella le cogía aquella mano, y le daba un beso en ella; y decía, decía a la mano que se agarraba a las suyas: «Adiós... adiós...; no puede ser... no puede ser...; no sirvo yo para eso.
Pero es el caso que tengo un amigo que es de esos hombres que se dejan impresionar fácilmente por la última persona que oyen, de esos caracteres débiles, flojos, apáticos, irresolutos, de reata, en fin, que componen el mayor número en este mundo, que nacieron, por consiguiente, para obedecer, callar y ser constantemente víctimas, y cuya debilidad es la más firme columna de los fuertes.
No puede ser, querido: esas brevas son demasiado fuertes para mí; yo gasto unos cigarros más flojos... aquí tiene V... si V. gusta... Muchas gracias: yo necesito que pique un poco el tabaco; lo flojo no me sabe a nada... ¡Milagro será pensó Miguel que tú te tragues esa copaza y esa breva! Pues como le iba diciendo, Sr.
¡Y que no pasaba flojos apuros la pobre para salir airosa en aquel papel inmenso! A Barbarita le hacía ordinariamente sus confidencias. «Mira, hija, algunos meses me veo tan agonizada, que no sé qué hacer. Dios me protege, que si no... Tú no sabes lo que es vestir siete hijas.
Palabra del Dia
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