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Actualizado: 17 de julio de 2025
A decir verdad, nunca valí gran cosa ni por la conducta ni por la aplicación; de seguro que pocos estudiantes dieron más guerra que yo al pomposísimo maestro. Pero tal era de bondadoso el señor don Román. Cuando estaban en sus bancos, todos eran flojos, incapaces, asnillos; luego, con excepción de aquellos por extremo perdularios, todos resultaban excelentes, cumplidos, aprovechados.
Los tripulantes de nuestros voladores conservarán siempre flojos estos lazos metálicos. Debemos separarnos por unas horas; yo marcho delante. Además, la comunicación va á quedar interrumpida entre nosotros desde el momento que usted recobra la posición vertical, aislándose en su grandeza inútil. El ingeniero quiso protestar, algo ofendido por las precauciones á que se le sometía.
En las calles, abajo, la gente iba y venía, en sus túnicas cortas y sin mangas, blancas o de colores, o blancas y bordadas, y unos zapatos flojos, que eran como sandalias de botín.
1152 Bien lo pasa, hasta entre pampas, el que respeta a la gente; el hombre ha de ser prudente para librarse de enojos: cauteloso entre los flojos, moderado entre valientes. 1153 El trabajar es la ley, porque es preciso alquirir; no se espongan a sufrir una triste situación: sangra mucho el corazón del que tiene que pedir.
Y vosotros, qué sois? flojos pigmeos Sin brazos, sin espada, sin creencia, Temblando ante el tirano como reos Sofocando la voz de la conciencia...! Y bebereis oprobio eternamente Sin levantar la deslustrada frente!
El orgullo. La exageracion del amor propio, la soberbia, no siempre se presenta con un mismo carácter. En los hombres de temple fuerte y de entendimiento sagaz, es orgullo; en los flojos y poco avisados, es vanidad. Ambos tienen un mismo objeto, pero emplean medios diferentes. El orgulloso sin vanidad, tiene la hipocresía de la virtud; el vanidoso tiene la franqueza de su debilidad.
Los trajes blancos, los cuellos flojos, las gorras de viaje, los zapatos de lona, no aparecían esta mañana. Isidro se encontró en un rellano de la escalera con el doctor Zurita, que marchaba cual un pastor majestuoso, respetado y jamás obedecido, tras el rebaño femenil de su familia: señora, cuñadas, suegra e hijas.
Palabra del Dia
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