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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Tiene usted razón, y lo que siento ¡qué cuña!, es que no viera en mi reticencia una broma... Me parecía a mí que el asunto, por tratarse de una persona de la familia de usted y por iniciarlo yo, no era para bromear. Rubín creyó o aparentó creer, y puso la atención más filosófica del mundo en lo que su amigo siguió diciendo sobre materia tan importante.
No se trata pues de señalar una razon filosófica para aclarar este arcano; ningun fiel será osado á llevar tan lejos su vanidad: se trata únicamente de saber si el misterio es absurdo en sí, esto es, intrínsecamente contradictorio; porque si tal fuera, el dogma no seria una verdad sino un error: la omnipotencia divina no se extiende á lo absurdo.
Si bien el poeta representa las más veces los fenómenos más conocidos de la existencia humana, en su desarrollo y con sus pasiones, é ilumina con la luz de su imaginación las manifestaciones de la vida, considerándolas bajo su aspecto externo, hay, sin embargo, algunos dramas suyos que se distinguen por su filosófica profundidad, y que excitan y conmueven en tanto grado á nuestro corazón y á nuestra inteligencia, como interesan á nuestro espíritu y á nuestra fantasía.
Sí, señora respondió el barón . La admiro y la venero; es decir, la música profunda, sabia, seria; la música filosófica, como la han entendido Haydn, Mozart y Beethoven. ¿Qué está diciendo? preguntó el general a Rafael, que se había acercado para saludar a Rita ¡Música seria y sabia! ¡La filosofía del taralá! ¿Cómo pueden decirse tamaños desatinos delante de gentes sensatas?
No quiero, sin embargo, hacer un trabajo erudito, sino una meditación filosófica. Los poetas satíricos, los novelistas, los autores de comedias de todos los pasados siglos, han dado muestras de que en la época en que vivían se estimaba más el dinero que en la presente. Aun los mismos refranes, antiquísimos vestigios de lo que se llama sabiduría popular, vienen en apoyo de lo que digo.
Sí tiene; tiene á San Isidoro de Sevilla, en erudicion; á D. Alonso el Sábio, en leyes; á Santa Teresa de Jesus, en disciplina y en ejemplo; á Juan de Mena, el marqués de Santillana, Garcilaso, Fray Luis de Leon, los Argensolas, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Rioja y Herrera, en poesía lírica; á Calderon, en poesía dramática; al soldado Alonso de Ercilla, en poesía épica; al autor del Quijote, en el romance; á Blasco de Garay, en el invento; al Padre Mariana, en historia; al Padre Isla, en sátira; al Padre Feijóo, en crítica; á Vives, en literatura filosófica; á Campomanes, en organizacion social; á Jovellanos, en economía; á Florez Estrada, en hacienda; y así otros muchos que no recuerdo en este instante.
No se oía nada; un zumbido colosal de colmena en momentos de mudanza, que le sacaba de quicio, poniéndole nervioso. ¡Pero que siendo tantas no haya una sola que calle! exclamó hecho un basilisco; y el señor Pulido, sin perder su pausa, con filosófica profundidad, replicó muy bajito: Las prefiero hablando, Pepe... Callar sería contra naturaleza.
Se han dividido en ciertas clases las pasiones del corazon humano, pero sea que no se hayan comprendido todas en la clasificacion filosófica, sea que cada una de ellas entraña en su seno otras muchas que deben ser consideradas como sus hijas, ó como transformaciones de una misma, lo cierto es que quien observe con atencion la variedad y graduacion de nuestros sentimientos creerá estar asistiendo á las mudables ilusiones de una vision fantasmagórica.
El acto, no bien desaparece Mefistófeles, termina con una escena mística, en una Tebaida celestial, donde los Padres del yermo, la Magdalena, la Samaritana, Santa María Egipciaca, la misma Margarita, y los doctores extáticos, seráficos y profundos, cantan dignamente de la caridad, de la redención, de la gloria y del amor divino, mientras el alma de Fausto sube al cielo en virtud de lo femenino eterno: expresión filosófica con que Goethe designa a la Madre de Dios o al concepto de que procede, y con que pone fea discordancia en los dichos cantares religiosos.
«Bien puedes abrigarte» indicó Feliciana a su amiga; y Rubín vio el cielo abierto, porque pudo decir en tono de sentencia filosófica: Sí, está la noche fresquecita. Llévate el llavín... añadió Feliciana . Ya sabes que el sereno se llama Paco. Suele estar en la taberna. La otra no desplegaba sus labios. Parecía que estaba de muy mal humor.
Palabra del Dia
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